domingo, 7 de abril de 2019

De Hombres y Sirenas


 Ricardo GAranda (@rgarciaaranda)




            …Silencio duro de miradas duras
que ofende ya desde la niñez.
De mirada vieja sin resistencia
que no mira,
salvo solo a ese vacío
en el que viaja, tal vez,
tu impotencia...

Cuando yo escribí esta estrofa perteneciente al poema “Es falso el silencio del miedo”, no estaba pensando en el tema al que finalmente apoyó en el libro de relatos “Pesadilla en Zocodover…”,  sino más bien en una ya antigua preocupación que siempre he tenido  sobre un colectivo de personas en el mundo rural sobre el que muy poquito he oído hablar. Pareciera que la existencia de personas homosexuales era y es una exclusiva de las grandes ciudades “donde todo cabe”. Un doloroso silencio ha aplastado esta realidad durante muchos, muchos años, en las sociedades de las poblaciones rurales.
Todos conocemos a alguien que, ante esta situación, se fue a vivir a otros ambientes en la gran ciudad, pero ¿y quienes,  por una razón o por otra, se quedaron  en ese ambiente menos permisivo, más influenciado por la asfixiante presión de ideologías conservadoras y religiosas?