LA COLUMNA DE LOS VIERNES
LO QUE DIOS QUIERA
Parece que las ideologías son un
verdadero problema cuándo hay que hacer política, no solo cuándo hay que
gobernar, que ya sería un suplicio tener que hacerlo, de manera estricta, con
arreglo a las normas que cada ideología
defiende. Parece que es un problema el simple hecho de tener en cuenta los
principios ideológicos propios de cada organización en el momento de plantear
algo tan teórico como es un programa electoral.
Hay, incluso, quienes defienden que
las ideologías llegan a limitar la libertad de los individuos dentro de las
organizaciones políticas en el momento de buscar nuevas soluciones para
problemas viejos o nuevos, piensan que cierta flexibilidad en el pensamiento
político deja mas espacio para facilitar
la entrada de nuevos y renovados militantes.
Yo no sé, hay matices, pero es cierto que parece que las
organizaciones políticas algo tendrían que estar haciendo sobre estas
cuestiones.
Tal vez lo estén haciendo. De
hecho, se podría interpretar que algunas
destacadas contradicciones entre la ideología y el comportamiento real de los
partidos, son el resultado de la búsqueda imaginativa de los mismos para
encontrar salida a debates teóricos que chocan con las necesidades concretas de
los grupos sociales.
Veamos algunos ejemplos:
El Liberalismo que impregna las
ideologías conservadoras actuales plantea que el Estado tendría que intervenir
lo menos posible, casi nada en el devenir de la economía y en las atenciones y
derechos sociales. Hay que dejar plena libertad al sacrosanto “Mercado” para
que sitúe a cada uno dónde le corresponde.
Sin embargo, continuamente vemos
como votantes, militantes y responsables políticos del Partido Popular defienden ayudas y compensaciones del papa
Estado a las empresas y ciertos colectivos para suavizar sus quebrantos por los avatares de ese Mercado.
El Universalismo e
Internacionalismo que se guarda en las
esencias ideológicas de Izquierda Unida no impide que, cuándo las cosas no van
bien, se realice algún replanteamiento y se apueste por medidas económicas de
ámbito nacional, aunque eso pudiera suponer el descuelgue de los ámbitos
políticos y sociales de nuestro entorno.
El Progresismo humanista que
emana de la social democracia tendría que hacer que la base ideológica del PSOE
sitúe al Hombre en el centro de nuestro universo. Pero, al mismo tiempo, se
acepta esa terrible condescendencia que permite la integración de muchos de sus
destacados líderes en una militancia religiosa que, esencialmente, aparta al
Hombre a un segundo plano en las escalas de la decisión sobre lo que somos y lo que queremos ser,
sobre la importancia que tiene cada uno de nuestros valores, cada uno de
nuestros humanos objetivos.
Al final, todo se simplifica: Lo
que Dios quiera. Valiente socialismo se puede practicar desde ese principio.
Es fácil tener ideología, basta
con un pequeño esfuerzo intelectual, o tal vez ni eso. Incluso tradicionalmente
ha sido sencillo colectivizar las mismas y crear organizaciones en torno a
ellas. Lo difícil es defenderlas y ponerlas en práctica cuándo se tiene
ocasión.
¿Qué le vamos a hacer?
Ricardo Garanda R. (@rgarciaaranda)
No hay comentarios:
Publicar un comentario