UN CORTO DE RICARDO
Qué largo es este invierno
El hijo de un amigo nos ha contado una historia. Ayer se
encontró con un amigo suyo, Santiago Atlante. Había vuelto hace unos días, pero
hasta ayer no se enteró:
“Vino y no dijo nada,
parece que no tenía gran cosa que contar…En realidad, os aseguro que es casi lo
que le queda: algo que contar.”
El hijo de mi amigo siguió narrando: “Hace ahora cinco años,
mi amigo Santiago trabajaba en una Caja de Ahorros. Un trabajo de esos que
creíamos para toda la vida, pues anda que no estaban tranquilos sus padres.
Había estudiado Filosofía en la Complutense, pero lo de la Caja era mucho
mejor…Le despidieron. Sobraba personal y en un ERE se quedó en la calle.
El piso dónde vivía con sus padres lo compró con un crédito
hipotecario que le concedieron al poco tiempo de entrar a trabajar. Con el
cobro de la prestación ya tenían serios problemas, pero cuándo se le agotó no
pudo seguir pagando las cuotas. Les
desahuciaron, sus padres regresaron al pueblo a su vieja casa…
Él marchó a buscarse
la vida en Bélgica, con otro que estaba en situación parecida y que tenía
contactos en Amberes. Viviendo en un albergue, chapuza por aquí, chapuza por
allá. Aquello no acababa de funcionar, apenas sobrevivía gracias a la
solidaridad de alguna gente que conoció allí.
Le llegó una citación, tenía
que salir del País, no le autorizaban a permanecer allí si no tenía un
empleo regularizado. Volvió a España. ¿A dónde iba a ir después de esa
experiencia?”
“Ayer me llamó, tenía aún mi número grabado –siguió contando
el hijo de mi amigo- yo volvía a casa después de una manifestación. Él también
había estado, pero se quedó entre un grupo que confrontó con la policía. Estaba en Comisaría, detenido, acusado
de haber quebrado la luna de una entidad financiera”.
Es la historia que nos acaba de contar el hijo de un
amigo…Que duro está siendo este invierno.
Ricardo Garanda Rojas
@rgarciaaranda
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