El Pacto Global
No creo que la Libertad de Expresión, como objetivo excluyente
en sí misma, sea la cuestión fundamental, clave, en una democracia.
Como tampoco creo que lo sea, en su definición absoluta, el
concepto de Libertad.
La Igualdad, la justicia, la equidad, el respeto al
diferente, la no discriminación…. Todas ellas necesidades inalienables para que
un sistema realmente democrático pueda subsistir.
Pero cualquier empeño de priorizar “indiscutiblemente”
cualquiera de estas necesidades, nos plantea la disyunción de debilitar a otra
u otras, hasta el extremo de que siempre habrá demócratas que dirán y
argumentaran que para garantizar algunas de estas cuestiones, hay que recortar,
cuando no anular, otras.
Porque pedimos al Estado que nos garantice éstos principios
democráticos, pero muchos nos movemos en nuestro asiento, incómodos, cuándo los
representantes de éste Estado, los gobernantes elegidos, nos dicen que es
necesario incrementar los sistemas de Seguridad, que sin ella no se puede
garantizar que los enemigos de nuestros principios democráticos no nos recorten
nuestras pretensiones de vivir en una sociedad realmente libre e igualitaria.
Es cierto que la valoración y el entendimiento de cada uno
de estos factores, incluido el de la seguridad, no tiene unos parámetros
democráticamente únicos, según tengamos una percepción conservadora o
progresista, y en varias graduaciones dentro de ellas, el criterio del grado de
aceptación de cada definición será diferente. Y todas serán valoraciones de
demócratas (salvos quienes explícita o implícitamente se auto-excluyan de
ello).
Por tanto, haciendo una reflexión desde el concepto de la
libertad de pensamiento, tendremos que llegar a la conclusión de que no podemos
hablar de valores absolutos en ninguno de los casos, tampoco en el de la
libertad de pensamiento, que igualmente puede dañar a algún otro valor y puede
tener también distintos niveles de importancia según se lo otorgue cada
individuo o cada colectivo.
Si conviniéramos que el objetivo final, sin demasiados
matices, es la Convivencia con mayúscula y en Paz, el Equilibrio de libertades,
equidades y garantías de seguridad se
convierte en la norma de nuestro comportamiento democrático. La relatividad de
los grandes valores “absolutos” se hace imprescindible y el gran pacto se
antoja la base para ése Equilibrio.
Claro, si las amenazas para éste Equilibrio están en las
diferencias estructurales y culturales dentro de un Mundo Global, tendrá que ser en ésa Globalidad
dónde tendremos que Pactarlo. Las soluciones regionales no sirven. Ya no sirve
un cierre de acuerdos exclusivamente en Occidente. El acuerdo que defina el
Equilibrio, con los sacrificios necesarios tendrá que ser necesariamente
Global.
Somos lo que pensamos como individuos pero, socialmente viviremos
según qué pactos de comportamiento acordemos en la Aldea Global.
Ricardo Garanda Rojas
@rgarciaaranda
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