Ricardo G-Aranda (@rgarciaaranda)
Cuando Ismael se planteó escribir un
libro en prosa, dónde normalmente has de sacar todos tus pensamientos, no como
en la poesía que puedes guardarte lo que quieras y “allá cada uno”, pensó que
no iba a saber poner orden a todo lo que tenía en su biológico “disco
duro”. Era un círculo vicioso, porque
precisamente esa era la principal razón de querer escribir sus relatos, tratar
de poner un poco de orden en ese trastero.
Necesitó a su Loco y un sitio en el que
pudieran tener largas conversaciones sin que el resto de la gente les mirara
raros. Que tampoco sé muy bien por qué hemos de hacerlo, al fin y al cabo yo
creo que todo el mundo tiene su loco. Tal vez la única causa de alteración depende
de si hablas con él en voz alta o de manera más discreta, para adentro.
¿Usted tiene su Loco? Ismael sí. Y lo
necesita para intentar comprender la vida. Saber si esto va bien, mal o,
simplemente no va. Pero además es que Ismael quiere mantener contacto con una
persona que ya no está aquí, ni va a estar. Reconozcámoslo, para eso es
imprescindible un Loco.
Ilustracción de Cecilia Romero |
Y se fue a Lisboa con él. Y recorrieron
calles que ya habían recorrido antes muchos más locos que el de Ismael. En esa
ciudad no es fácil comprender si todo va a ir mejor o si “hasta aquí hemos
llegado” que plantea el Loco de Ismael y se queda tan tranquilo, por mucho que
él no esté de acuerdo.
Ya no hay héroes, dice el Loco. El año
que viene volverán a brotar esas amapolas que hoy quedaron arrasadas por la
tempestad, le responde Ismael. La utopía es esencial para uno y causa perdida
para el otro. Sólo coinciden en el contacto con una realidad que nadie puede
ver, ni tocar, ni escuchar. Solo el Loco, Ismael ha de conformarse con soñarla
y saber que su “alter ego” tiene mayor libertad para moverse entre sus sueños.
Yo no puedo saber si ustedes van a
entender correctamente este relato. Es mi relato, no solo porque lo haya
escrito yo, eso lo he hecho con los quince. Es la llave del libro, sin él todo
seguiría atascado. Por eso me fui a Lisboa, dónde no pudiese hablar con nadie,
solo con Mi Loco.
Discúlpenme, lo he escrito. No sé si
hubiese podido, pero reconozco que en ningún momento he querido evitarlo.
Espero que disfruten con las otras catorce historias.
Gracias.
No hay comentarios:
Publicar un comentario