Ricardo Garcia-Aranda
Casabas, 120121
Con la nevada bien
cuajada en los caminos, el tractorista le dice al caminante que si le acercaba
al pueblo. Este, mirando la preciada pala que el tractor lucía en su parte
delantera, le dijo al tractorista que gracias, que ya estaba llegando y no era
necesario, pero que sí vendría bien que se ofreciera para ayudar a la limpieza
de la nieve amontonada en las calles de la población. El tractorista no debió
de encajar bien el educado consejo, porque contestó con desdén que bastante
tenía con lo suyo.
Plena libertad tuvo el
tractorista para ser, primero amable y luego insolidario. Con libertad decidió
en ambas situaciones. Ejerció su derecho.
Cuando esa derechísima
española que tiene nombre de enciclopedia rancia y obsoleta, plantea la
posibilidad de una demanda internacional contra Twitter por no permitir que
Mister Trump se desahogue y convoque a la violencia de sus violentos seguidores
a través de esa red, ¿está sugiriendo esta ideología que su concepto de
libertad pasa por el derecho a convocar a los seguidores de cada uno a una
confrontación guerra-civilista?
Y cuando la otra derecha,
más relajada, pero afectada igualmente por esa rancia caspa franquista y
católica, grita en el Parlamento y en la calle ¡libertad! para que los hijos de
la élite mantengan sus privilegios en colegios pagados por todos, lo que están haciendo es despreciar al resto de la sociedad que tiene garantizada una educación para todos y para todas. La
libertad individual es pagarse cada uno el colegio que quiera y pueda, no tener
la enseñanza que ellos desean con el dinero de papá Estado. La libertad
individual es pagar para sus hijos un profesor de religión católica, si
quieren, no exigir que se lo paguemos entre todos.
Cuando unos y otros hacen
uso de su estrecho sentido de la libertad para potenciar clínicas privadas a
costa del necesario mantenimiento de la sanidad pública y universal, están
decidiendo que cada uno se pague sus heridas y quien no pueda (¡ah, se siente,
que hubiese espabilado!) puede morirse de asco, porque en eso no tienen en
cuenta su cristiana doctrina, sería demasiada generosidad (no sé para qué
quieren las clases de religión).
Ninguna ley civilizada
puede aceptar un concepto de libertad individual que dañe al colectivo social.
Por mucho que a algunos se les llene la boca con tan magnífica palabra. En
otros tiempos, cuándo el régimen que controlaba nuestras vidas e intentaba
hacer lo mismo con nuestras ideas, por gritar Libertad y luchar por ella, se
nos metía en la cárcel. Bien definido quedaba el concepto.
¿No es ya un buen avance poderla ahora gritar en el Parlamento? Y también en la calle. Pero debiera reivindicarse para conseguir libremente la mejoría de la vida que todos los seres humanos nos merecemos, no para salvaguardar privilegios egoístas a costa de esa mejora de vida de los demás.
Cierto parece que la gran libertad que algún día pudiera liberar de sus convenciones-grilletes a toda la humanidad, es una utopía.
Pero desde luego, lo que
no cabe es una reivindicación elitista y vomitivamente cargada de un egoísmo
con el que pretenden rodearse estos próceres de un cristal protector de sus privilegios, a
costa de una inmensa mayoría social que queda fuera de la campana.
Mancillan la palabra
Libertad y la memoria de la gente que ha muerto por defenderla.
Pienso que no hay merecimiento de libertad para nadie si no se consigue el mérito en la lucha por la de todos.
Siendo España un país aconfesionalista y laico según la constitución, las clases de religión están en todos los colegios ( tanto públicos como privados)¡porsupuesto! Y de religión católica, claro, las otras : no existen.
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ResponderEliminarUn artículo: claro, preciso y conciso. Gracias
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