No hay una ley laboral de Rajoy. Lo que existe en
España es una norma laboral que nace en el Estatuto de los Trabajadores y que
ha sido objeto de diversas reformas, entre ellas la de 2011, en la que el gobierno de Zapatero negoció la reducción de las cantidades indemnizatorias del despido, a cambio de introducir el contrato de Fomento del Empleo. Pero, sin negociar, en 2012 el gobierno de Rajoy impuso unas modificaciones que realmente han causado mucho daño a los trabajadores y a las trabajadoras de este País.
Por tanto, desde el punto de vista técnico, si
hablamos de “derogación” lo que realmente estaríamos proponiendo es la
desaparición de la normativa laboral, de toda. Porque, insisto, no se trataría
de hacer desaparecer una Reforma, sino una Ley reformada.
La utilización del término “Derogar”, con una gran
fuerza en el discurso político de los partidos socialdemócratas, crea ahora un
conflicto de comprensión que confunde a la opinión pública. Creo que también a
muchos políticos o simples militantes del PSOE y de UP. Y desde luego a muchos
comentaristas de los medios, que prefieren lo superficial sin entrar en las
esencias.
Acotemos el problema. La reforma laboral que se impuso durante el gobierno de Mariano Rajoy, desestructuró
profundamente las relaciones laborales entre empresarios y trabajadores,
contribuyendo, en gran medida al empobrecimiento de estos. Hay que fijar los
puntos reformados que provocaron este desastre para la clase trabajadora.
Quiero comentar aquí algunos de ellos:
1.-
Contratación temporal.-
Siendo un problema que ya existía con anterioridad a
esta reforma, esencialmente por incumplimiento de las normas y la falta de
control de las inspecciones de trabajo, el gobierno del PP buscó la solución en
la desaparición casi total de las limitaciones. La consecuencia es que ahora se
pueden hacer contratos por días, por horas. De lunes a viernes…
Es necesario limitar, con un porcentaje sobre el total
de la plantilla, la temporalidad en cada empresa y relacionar los contratos con
causas objetivas reales. El contrato temporal no tendría que poder utilizarse
para realizar un trabajo fijo, y si la producción es coyuntural, el contrato
debiera tener, al menos, la duración de esa coyuntura.
2.-Ultraactividad
de los Convenios.
Antes de que el Gobierno de Rajoy realizara su
reforma, cuando un Convenio Colectivo vencía en su fecha, las condiciones
laborales reflejadas en el mismo se mantenían hasta que fuesen modificadas en
la negociación del nuevo Convenio: Jornada, salarios y pluses, protecciones,
vacaciones, etc…
Tras esa reforma del 2012, este carácter ultraactivo
desaparece, dejando a los trabajadores y las trabajadoras en la indefensión, y
a sus representantes en la máxima debilidad ante la negociación. Por el
contrario el empresariado cuenta con toda la fuerza del chantaje para poder
perjudicar las condiciones del convenio anterior.
3.-
Prioridad del Convenio Sectorial
La Reforma del Gobierno Conservador modificó también
la preminencia de los ámbitos de negociación. Hasta ese momento un Convenio de
Empresa podía mejorar, pero no empeorar las condiciones pactadas en la
negociación de ámbito sectorial, estatal.
Con la reforma, se imponen, en todos los casos, lo
pactado en el convenio de empresa. Esto, en un país de Pymes, con la dificultad
de tener una adecuada representación laboral que pueda negociar, en condiciones
de igualdad, con el empresario. La protección de los trabajadores y trabajadoras,
en estas pequeñas empresas, necesita la vuelta a la preminencia de lo pactado a
nivel sectorial.
Hay más cuestiones a revisar, como las causas de
despido, la regulación adecuada de la utilización de subcontratas…
Son estas cuestiones concretas, y algunas más, las que
hay que modificar en una nueva Reforma de una Ley Laboral que viene rigiendo
las relaciones entre empresarios y trabajadores desde los albores de nuestro
sistema democrático. Y yo estoy seguro de que, en estos términos no hay ninguna
diferencia entre los dos partidos que conforman el Gobierno.
Otra cuestión es el debate sobre las limitaciones en
los avances que se puedan ocasionar con el hecho de que todo tenga que ser
pactado también con la Patronal. Dos consideraciones: Una, que la reforma del
gobierno de Rajoy no tuvo en cuenta para nada las opiniones de los Sindicatos.
Y dos, si ahora Sindicatos y Patronal pudieran llegar a un acuerdo sobre estas
materias, problema resuelto. Los empresarios pueden “vender” mejor un acuerdo
con su contraparte laboral que con el Gobierno.
O no?
Amigo Ricardo, creo que cuando dicen derogar, se refieren a los artículos del estatuto modificados con la reforma de Rajoy, ahora bien el estatuto ha sido modificado en muchas ocasiones por diferentes gobiernos, recuerdo que CCOO votó encontrá del estatuto en su inicio, quizá convenía derogar lo todo y confeccionar uno nuevo adaptado a los tiempos, consensuado con los agentes sociales.
ResponderEliminarInsisto en que el término "derogación" está tergiversando la realidad. Las últimas horas me están dando la razón en el sentido de que lo que se ha pretendido siempre es modificar los aspectos especialmente negativos de la reforma de Rajoy.
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