jueves, 26 de enero de 2023

La lista más votada

Ricardo GAranda, 27012023 

Al empeño de Feijoo por esta cuestión de que gobierne el cabeza de la lista más votada solo se le puede buscar una explicación lógica, al menos yo no soy capaz de encontrar otra: Poder justificarse, con la negativa del PSOE, cuando pacten con Vox.

Especialmente en las elecciones municipales no parece que haya especiales conflictos  en el momento de componer las mayorías necesarias para elegir alcalde. Salvo alguna extraña excepción, los partidos progresistas llegan a acuerdos para unirse y lo mismo hacen los de ideología conservadora. La noche del recuento todo el mundo hace sus operaciones de suma con la máxima naturalidad.

Eso permite, a unos y otros, fijar las necesarias mayorías en los Plenos para sacar adelante las correspondientes iniciativas y medidas. ¿De qué serviría que la alcaldía estuviese en manos del candidato o candidata cabeza de la lista más votada, si luego esa opción queda en minoría en esos Plenos?¿O es que la propuesta incluye el mutuo apoyo en las votaciones?

Por otra parte, las coaliciones de gobierno, en cualquier ámbito, son complejas y, normalmente, complicadas, pero ricas: Tener la oposición en casa y discutir las cosas antes de salir a la calle siempre te permite salir con más seguridad, con ideas más completas y reforzadas.

Uno de los problemas es que no todos los compañeros de viaje aportan. El PSOE tiene que compartir el suyo con Unidos Podemos y no siempre se entienden entre ellos, pero ambos son partidos que miran para adelante. Pero Vox mira hacia atrás, y eso retuerce profundamente las expectativas de futuro a las que el PP pudiera aspirar.

En cualquier caso, este debate, propiciado por el presunto candidato del PP para las generales, parece bastante falso. Da la impresión de que el único objetivo es liarlo todo un poco, embarrarlo. Primero habla de un acuerdo global, para todas las elecciones, incluidas las generales, después, en su discurso, lo circunscribe a las elecciones municipales, pero al mismo tiempo le pide a Pedro Sánchez que se comprometa a no gobernar si el Psoe no es el partido ganador.

Solo nos faltaría tener un Parlamento en el que las posiciones de todos los partidos que no fueran PSOE y PP quedaran anuladas a la hora de formar y apoyar gobiernos, porque sus votos se invaliden con un acuerdo entre los dos partidos mayoritarios. Eso es una barbaridad democrática.

Pero ni siquiera en su partido están de acuerdo. En Madrid, Isabel Díaz Ayuso ha sido consecuente sabiendo que ella llegó a la presidencia habiendo quedado su candidatura por debajo de la de Gabilondo. Y el Alcalde, exactamente igual. Y el gobierno de Castilla y León, el de Andalucía, el de Murcia… Y ¿Cuántos ayuntamientos de España estarán en esas circunstancias?

¿Por qué ahora y no antes? Hay que ser consecuentes y honestos, si ya el PP ha conseguido el poder en varios sitios, gracias al apoyo de Vox, pues que siga conformándose con esa ayuda y asuma las consecuencias internas que eso puede suponer, además de aguantar las miradas aviesas de sus compañeros y compañeras en el Partido Popular Europeo.

Si quieren dejar de ser quienes dan vida a la extrema derecha antidemocrática, solo les queda la opción de sacar mayorías absolutas en los ámbitos en que quieran gobernar. Perdieron su apoyo histórico de la derecha de Euskadi, y la de la derecha catalana, y se han preocupado de que Ciudadanos fuera perdiendo todo su fuelle dándoles, primero, el abrazo del oso y asfixiándolos después poco a poco hasta que se han quedado sin aire. Están solos, únicamente les queda Vox. Que se deje este señor Feijoo de mandangas.

 


viernes, 20 de enero de 2023

Davos

 

Ricardo Garanda, 200123

“Sabéis que el sistema no es justo, que está lleno de injusticia y desigualdad y que este es el momento de arreglarlo”

Esta fue la reflexión central del Presidente de España, Pedro Sánchez, en el World Economic Forum celebrado en Davos este año, en su 53 edición (desde 1971).

A este Foro acuden los más importantes líderes financieros, políticos y mediáticos del Mundo: 2.700, de 130 países. La flor y nata del sistema capitalista mundial, debatiendo en plenos y reuniones bajo el epígrafe “Cooperación bajo un mundo fragmentado”.

El neoliberalismo, como proyecto ya fracasado, puesto en cuestión.

Mientras, en España, los conservadores defensores de este liberalismo, hablan de bajar los impuestos, sobre todo a los grandes capitales para que no se vayan, en Davos están hablando de que las grandes empresas tienen que asumir un importante aumento de sus límites impositivos. Mientras que los y las negacionistas de aquí siguen poniéndose de perfil con asuntos como el cambio climático, allí se valora que esta cuestión puede dar al traste con un sistema económico que les mantiene en la cumbre. Mientras que aquí se dice que hablar de la desigualdad es cosa de “comunistas”, allí, en aquel feudo del capitalismo mundial, se está hablando de encontrar fórmulas para conseguir un mejor reparto de las riquezas.

Claro que, a la inmensa mayoría de los que allí están, a la hora de aflojar la presión sobre los trabajadores y las clases medias, les guiará el sentido egoísta de autodefensa para conservar lo que tienen y ganar más y más. Pero ya nos vale al resto de la humanidad que entiendan que, o se cambian estas fórmulas de presión al débil, y algunas otras, o el sistema capitalista, del que ellos y ellas se benefician especialmente, hará aguas.


El Presidente español marcó muy bien esa línea: “¿Cómo podemos pedirles a nuestros ciudadanos aguantar un poco más ante la inflación cuando algunas grandes compañías no pagan ningún impuesto gracias a los paraísos fiscales y los vacíos legales?”

Borgen Breden, Presidente de este Foro de Davos, exministro de asuntos exteriores del gobierno conservador de Noruega, felicitó a Pedro Sánchez, felicitó a España por las medidas tomadas y los resultados económicos conseguidos en esta crisis. Insisto: Conservador, del grupo Popular Europeo.

Les pido a ustedes -agregó nuestro presidente- que nos ayuden a cambiar esta situación –e insistió- es hora de arreglarlo”.

En Davos ha quedado evidenciado que la Socialdemocracia, la izquierda europea, tiene un discurso armado y ratificado en la crisis. El pleno de asistencia en el escenario del discurso del representante español, presidente de la Internacional Socialista, y el interés mostrado por los grandes medios económicos internacionales, así lo han constatado.

Y las derechas españolas ¿Qué tienen que decir del descalabro del liberalismo, del fracaso de la defensa de fórmulas basadas en el egoísmo social? No son capaces de entender que cuando Pedro Sánchez pide a las empresas del IBEX 35 que asuman que han de pagar más impuestos, les está poniendo en bandeja el mejor medio para la viabilidad del sistema.

Los y las neoliberales de aquí, no entienden nada de esto, están aún en otras cosas…

 


jueves, 12 de enero de 2023

Solidaridad, this is the question

 


Ricardo Garanda, 130123

"Cuando doy de comer a los pobres, me dicen que soy un santo. Pero cuando pregunto por qué los pobres pasan hambre y están tan mal, me dicen que soy un comunista." (Helder P. Cámara, 1909-1999. Obispo brasileño)

 Salvo en algunos pequeños reductos, el sistema comunista perdió su batalla histórica, y la ganó el sistema capitalista. Cayó el Muro de Berlín y en ello estamos. Nostalgias, y deseos de mucha gente en el mundo de que esto no hubiera ocurrido así. Alegría de victoria para otra mucha gente. Celebración general en las pantallas televisivas. Frustrados unos, encantados otros.

Lo cierto es que todas y todos estamos bajo el mismo paraguas y es en ese espacio global capitalista, desde dónde podemos buscar alternativas de funcionamiento social y humano, pero desde ahí.

Para entendernos, agrupamos los pensamientos en grandes colectivos, nosotros también, uno a uno y una a una, nos incorporamos a lo que entendemos como colectivo dónde se agrupan quienes piensan, más o menos, como nosotros. Así hay un pacto mundial para definirnos como de derechas o de izquierdas, conservadores o progresistas, con variantes de “muy derechas” o “más izquierda”.

Pero claro, salvo algunas pocas excepciones en este mundo, ni a las izquierdas debiéramos definirlas como comunistas o socialistas, porque ninguna de las dos definiciones sirven para identificar un modelo actual y real de funcionamiento de las estructuras sociales y políticas. En todo caso, podríamos aceptar el concepto de Socialdemocracia, que surge en el seno del “Sistema” como la opción mundial defensora de un Estado de bienestar que debiera garantizar los servicios públicos para los sectores sociales con menos posibilidades de avanzar en las demandas del capitalismo excluyente. Tampoco nos debiera servir la definición de capitalistas para las personas ideológicamente de derechas porque, como ya hemos dicho, ese concepto nos incluye a todas y todos, porque todos y todas existimos bajo el techo del sistema capitalista.

¿Entonces?

Yo creo que podemos hablar de otros cánones para medir las diferencias. A mí el que más me gusta es el de la Solidaridad. También una actualización del concepto de lucha de clases, confrontando intereses, podría valer, aunque resulta demasiado determinante.

Por eso me gusta más el de la Solidaridad, es más horizontal y nos permite algo que no tendríamos en la determinación de la pertenencia a la clase, solidario depende más de la libre decisión de querer serlo. Puedes ser un trabajador explotado y ser insolidario, aunque eso suponga perder tus apoyos para liberarte de esa explotación. Puedes ser de una clase económica acomodada, e incluso rica, y decidir ser solidario, de una manera o de otra, y aceptar una ideología que te incline a ayudar a sectores sociales a que consigan objetivos de bienestar que tú ya posees.

Pero hay que asumir que, si utilizamos el nivel de Solidaridad para medir nuestro comportamiento social e ideológico, no estamos utilizando un concepto que se pueda definir como partidista, tal vez ni siquiera político. Estamos hablando de un concepto más humanístico, y nos complica un esquema de divisiones que nos permite definir rápidamente y sin muchas complicaciones, en que grupo encaja cada uno.

Pongamos algún ejemplo: Si una persona decide abandonar su círculo profesional y vital cómodo para irse de voluntaria a trabajar con una ONG a ayudar a la gente en zonas deprimidas por pobreza, enfermedades o guerras, ¿Es de derechas o muy de derechas o de izquierdas o de más izquierdas?  Ni se lo preguntaremos, nos dará igual, coincidiremos todos en que es una persona con un elevado grado de solidaridad y nos bastará. Pero este caso es demasiado claro.

Busquemos otro más sofisticado: Si las religiones Cristianas tienen una base ideológica de generosidad solidaria, ¿a toda persona que se defina como creyente cristiana se le puede atribuir “per se” un nivel alto de solidaridad?

Pero, en cualquier caso, las individualidades solo sirven para influir en los objetivos sociales si se agrupan. Un voluntario, por su cuenta, puede hacer muy poco en los campamentos de refugiados Rohingyas de Bangladesch. Igualmente, una cristiana, en su individual militancia, jamás habría podido hacer una Iglesia que se marcara objetivos benéficos.

Los partidos políticos terminan definiéndose por la diferencia de sus planteamientos entre egoístas o solidarios. Lo que se está autodefiniendo como Liberalismo, nos cuenta un mensaje de puro egoísmo insolidario: nada de impuestos, nada de que cada una y cada uno aportemos, según nuestras posibilidades, para que el Estado intervenga y cubra las necesidades vitales, de educación, de sanidad, de atenciones humanitarias de todo tipo, para la gente con menos posibilidades de pagárselo por sí mismo. Esa ideología se opone a que ese Estado pueda asegurar que todo el mundo tenga garantizados esos servicios mínimos imprescindibles.

El sentido de la Solidaridad está en las mentes de quienes apuestan por lo contrario: la defensa del Estado del Bienestar. Que defiende como núcleo central y definitorio la ideología Socialdemócrata.

Pero, incluso, creo que con estos conceptos nos seguimos quedando cortos: no nos bastaría con tratar de identificar a todo el mundo como liberal o como socialdemócrata. Por tanto, tal vez, en lugar de esforzarnos en identificar a las personas como fachas, liberales, derechosas, socialdemócratas, socialistas, rojas, comunistas, etc…tendríamos que identificarlas como solidarias o insolidarias.

Para mí, ante una persona a la que podamos definir como SOLIDARIA, consideraré que su ideología la sitúa en el máximo nivel de comportamiento social, y procuraré estar a su lado. Pero cuidado, si nos tomamos en serio este modelo de identificación, nos podemos encontrar muchas sorpresas que, hasta ese momento, no habíamos valorado.

 


lunes, 9 de enero de 2023

Esto puede ocurrir aquí

 

Ricardo Garanda. 090123

Creo que lo que ocurrió hace dos años en Washington y hace dos días en Brasilia puede ocurrir en España perfectamente. El terreno está abonado.

Los discursos del Partido Popular y de Vox son muy parecidos a los discursos de Trump y de Bolsonaro, yo diría que igual, al menos en lo referente al desprecio hacia quienes gobiernan, si estos no son ellos. Idéntico, copiado, clonado. Y no es casualidad.

Los pasados 18 y 19 de Noviembre, tuvo lugar en México una nueva reunión de la CPAC, la Conferencia Política de Acción Conservadora, que, desde 1974 reúne a líderes de la extrema derecha, a cientos de organizaciones y miles de activistas con ese perfil. Además de millones de espectadores a través de distintos medios. A esta reunión no van representantes de los partidos conservadores al uso, ni de Europa ni de América. En esta última convocatoria, allí estaban presentes personajes como Donald Trump, Jair Bolsonaro, el argentino Javier Milei, el peruano López-Aliaga, la colombiana Maria Fernanda Cabal y el tejano Ted Cruz. En fin, como bien dice Julian Macías Tovar, “todo el golpismo internacional”. Aunque yo creo que faltaban algunos y algunas.

También estaba el señor Abascal. De ahí su silencio. Pero no estaba solo, con él estaban Hermann Tertsch, Polonia Castellanos, de Abogados Cristianos y Juan A. Soto, de la fundación Disenso.

En esta reunión, Steve Bannon, condenado en EE.UU. con cárcel e indemnizaciones, por su apoyo al intento de Golpe de Trump, alentó abiertamente el Golpe de Estado en Brasil, y los citados presentes aplaudieron (seguro que con entusiasmo).

Hasta dónde yo sé no había nadie del PP, aunque intuyo que a más de una le hubiese encantado estar. Pero, aunque no estaban, el guion les ha llegado claro: Hay que insistir hasta el machaque en el discurso de que el gobierno de la izquierda es ilegítimo.

Y ya está: lo que diga, lo que haga, las leyes que apruebe este gobierno no tiene legalidad porque es “ilegítimo”. Da igual que se haya constituido como consecuencia de la alianza de grupos parlamentarios elegidos en las urnas por las ciudadanas y los ciudadanos. Da igual que las leyes se aprueben en el Parlamento por una holgada mayoría. Da igual, no reconocen esas mayorías democráticas.

Y, para su estrategia, como se trata de un gobierno ilegítimo, todo está permitido: despreciar groseramente a sus ministras y ministros (sobre todo a sus ministras, pero esto es para otro día), insultar gravemente al propio Presidente, no aceptar los acuerdos y las leyes emanadas de este Parlamento, no cumplir sus evidentes obligaciones constitucionales. Todo vale.

Y como ”todo vale” si, tras las próximas elecciones, Pedro Sánchez estuviera en condiciones de volver a reunir una mayoría de grupos parlamentarios para respaldar un nuevo gobierno de izquierdas, los militantes de la derecha nacional, sus seguidores, se sentirían con la fuerza moral de tratar de impedirlo, con el argumento, ya adelantado, de irregularidades en el recuento de votos (como si eso fuera posible en nuestro sistema) o cualquier otra excusa. Tratar de impedirlo, aunque sea a  costa de invadir el Congreso, el Senado, y a saber qué más.

Este es el guion. Ese es el mensaje que fue lanzado por Donald Trump en EE.UU. y Jair Bolsonaro en Brasil. Ese es el mensaje que lanza aquí, todos los días, el señor Feijoo y su equipo, y ese es el mensaje que algunos medios de comunicación (Octavilleros) se encargan de divulgar.

Por tanto, concluyo, lo que ocurrió en Washington hace dos años y en Brasilia hace dos días, puede ocurrir perfectamente en España este mismo año, porque, añado, se está buscando. 

Yo también me incluyo entre los que piensan que nuestra democracia está en peligro.