lunes, 31 de julio de 2017

asdfg

a-s-d-f-g- ….

El ra-ta-ta-ta-ta de las olivettis tabletea por encima de las hileras de aprendices de auxiliares administrativas (ellas son mayoría en la academia) que se empeñan en ejercitar sus habilidades dactilares sobre las teclas de unas máquinas vetustas, que, a fuerza de repetir, ya tienen grabado en bajorrelieve en sus rodillos de caucho los rudimentos de la iniciación mecanográfica.

q-w-e-r-t…

la tortura de fortalecer unos meñiques estirándose hacia las esquinas de ese teclado con las letras gastadas para repetir una y otra vez la secuencia que adiestre a las manos y al cerebro para interpretar el arte de escribir “al tacto” según el manual de tapas rojas encuadernado con una moderna espiral de plástico blanco. El Método Caballero de Mecanografía al tacto, todo un superventas entre quienes aspiraban a ocupar un puesto en una oficina o aprobar alguna oposición para colocarse en un banco.

p-o-i-u-y…

Junto a la mecanografía, la taquigrafía eran las dos materias mas solicitadas. El arte de escribir con garabatos y a la mayor velocidad posible, los dictados, que jefes (casi siempre hombres) dictarían a sus secretarias (casi siempre mujeres) para que pudieran transcribir posteriormente en máquinas de carro ancho, por triplicado, usando hojas de papel carbón con las esquinas recortadas para alinear perfectamente los folios.

Velocidad sin faltas, 110, 140, 180 pulsaciones por minuto, cronómetros analógicos de los instructores… aquellas academias eran un continuo tac-tac de dedos vertiginosos desplazándose sobre las teclas, y oprimiendo con fuerza (aquellas teclas tenían recorrido, mucho recorrido) para impactar con los tipos grabados sobre la cinta entintada (en negro, la mayoría, aunque algunas podían escribir en rojo) impresionando sobre el papel.

Había que golpear el resorte mecánico con fuerza, tenía que ser capaz el impacto de grabar hasta en cinco páginas (las tres habituales y los dos calcos). Eso, cuando no tocaba escribir sin cinta sobre un papel encerado, el cliché, que debía quedarse troquelado con el impacto para luego ponerse en el tambor de una multicopista y realizar copias a partir del original.

Aún estaban lejos de aquellos aprendices las modernas máquinas de escribir eléctricas, que traerían cabezal de bola con todos los tipos, y que se encargarían de emplear la electricidad para aplicar la fuerza. Esos teclados ya no requerían el alarde muscular de falanges y dedos. Después… después llegarían las fotocopiadoras, los ordenadores con teclados primero mecánicos, -aún hoy siguen siendo una joya de fiabilidad- y electrónicos después… hasta llegar hoy a las pantallas táctiles de teléfonos y dispositivos.

Cada vez que veo hoy a alguien escribiendo con todos los dedos sobre un teclado sin apartar la mirada de la pantalla, recuerdo aquellas clases de mecanografía que me enseñaron a usar todo el potencial de las dos manos para poder comunicarme. Hoy, los dos pulgares en las pantallas de los móviles, o un par de dedos (normalmente los índices) sobre el ordenador, nos demuestra que el progreso no siempre implica mejorar. Poca gente sabrá para que son esos pequeños resaltes sobre la f y la j.

Cuando había que escribir con aquellas viejas glorias mecánicas, había que pensar muy bien que se quería decir, porque una vez pulsabas la tecla aquello ya no tenía remedio. El tipex o las cintas correctoras llegaron mucho después. Eso hacía de la escritura un arte sosegado y meditado, reflexionando sobre el qué, pero pensando el cómo.

Quizás de aquellos aprendizajes venga mi costumbre de escribir “de tirón” las cosas.

Hoy, sin embargo, todo se ha vuelto más vertiginoso. Más irreflexivo. Mas explosivo.

Al final, y a pesar de todo, los teclados siguen empezando por q-w-e-r-t....

JOSE LUIS ROMERO
@romerojl

viernes, 28 de julio de 2017

Yo maté a mi hijo.

Ricardo Garanda Rojas (@rgarciaaranda)


El periódico no lo aclara, pero estoy seguro de que Maria Luisa, de Torres de la Alameda, si hubiese tenido posibilidades habría dicho en el juicio:"no perdamos el tiempo, si, yo maté a mi hijo".

miércoles, 26 de julio de 2017

Algunos Hombres Buenos







-Responderé a su pregunta. ¿Quiere respuestas?
+¡Creo que tengo el derecho!
-¿Quiere respuestas?
+¡Quiero la verdad!
-¡¡Usted no puede soportar la verdad!!

(Diálogo de la película "Algunos hombres buenos" protagonizada por Tom Cruise, Jack Nicholson y Demi Moore entre otros)

Con la soberbia, prepotencia, menosprecio e inmoralidad del Coronel Nathan R. Jessup -Jack Nicholson- en la que comparece ante el tribunal en la referida película, M.Rajoy ha "declarado" hoy ante el tribunal que juzga el caso llamado Gürtel.

No ha defraudado el Presidente del Gobierno en su comparecencia ni ha ido más allá de las expectativas. Él nunca lo hace. Es previsible, incompetente y letal. Millones de personas en España sufren su incompetencia y amoralidad. 

Un día llegará en que pague todo lo que ha hecho y deshecho. 

@ElBotika


LA REBOTIKA

viernes, 21 de julio de 2017

Vientres de Alquiler

Ricardo Garanda Rojas  (@rgarciaaranda)


La realidad es que quien por esta vía pretende tener descendencia, es lo que hace, alquilar un vientre, por mucho que quiera llamarlo “Maternidad Subrogada” para darle un aire de contrato entre partes en igualdad de voluntariedades.

Pero no, la voluntad es sólo de quien paga, quien recibe y se presta al embarazo acepta desde la angustia de la necesidad, para dar de comer al resto de sus hijos y a sí misma. En esa situación hay poca capacidad para elegir libremente.

miércoles, 19 de julio de 2017

El golpe

Mañana volveré a ser el hombre más buscado del país

El Golpe (The Sting) 1973 

En 1973 George Roy Hill dirigió magistralmente al tandem Redford-Newman en una película de gansters y timadores expertos en jugar al billar. Hoy, otro Villar, ha caido por fín tras sus ardides de tahúr haciendo negocio con algo tan noble como el deporte. 

Todo es negocio, y todo es usado para medrar. La podedumbre moral de esta sociedad que consiente tamañas inmoralidades sin inmutarse hacen cada vez mas imperiosa una profunda regeneración etica de lo público y sus gestores.


LA REBOTIKA
@El_Botika Viñeta
@romerojl Texto

viernes, 14 de julio de 2017

Cuando las victimas vuelven a convertirse en victimas


Hoy me he permitido la licencia de pedirle prestada a mi amigo Ricardo su columna. Tenía algo que compartir y este rincón siempre me ha parecido idóneo. A él le ha parecido bien, y yo se lo agradezco.

Quiero contaros que hoy un viejo (en el concepto de que nos conocimos hace ya muchos años, en otro siglo…) amigo ha compartido en un grupo de redes sociales un video en recuerdo de los 12 guardias civiles que perdieron la vida en un atentado terrorista en el año 1986 en la plaza de la República Domicana de Madrid.

Volver a recordar aquel hecho me ha teletransportado en el tiempo y el espacio a esa ciudad, en otro siglo, y a un asustado muchacho de provincias, que ni siquiera había llegado a la mayoría de edad, adentrándose en las tripas de la gran urbe.

Aquel imberbe e ingenuo aspirante a todo, llegaba a un Madrid en el que las noticias sobre atentados, muertes y terrorismo estaban a la orden del día. Era septiembre de 1987 y transcurrían los peores años del azote de la barbarie terrorista.

Una de las primeras cosas que hace aquel chico, es acercarse a la próxima plaza de la Republica Dominicana para contemplar, como, mas de un año después, aún seguían siendo visibles los efectos de aquel atentado que se llevó por delante la vida de jóvenes guardias civiles apenas un par de años mayores que él mismo.

Con el tiempo se acostumbraría a los rituales del espejo debajo del coche para descartar que hubiera algún artefacto explosivo, y algunos años después incluso tuvo noticia de haber estado viajando varios años en otro autobús, en esta ocasión. rodeado de niños y niñas, estudiantes hijos del cuerpo, que había estado señalado por los asesinos con el alías de “ataudes blancos”. En aquellos años, se asumía con una extaña naturalidad aquello del peaje de poder ser blanco de un atentado por ser hijo del cuerpo y vivir en una instalación militar.

Hoy, ese compañero, también hijo del cuerpo, me ha hecho recordar aquel luctuoso hecho, ocurrido hace ahora 31 años al compartirme ese vídeo.

11 años después de aquel atentado, y tras muchos más actos terroristas, que fueron sumando víctimas a una lista trágica y arbitaria de vidas segadas, la sociedad asistió a un nuevo acto terrorista. Pero en esta ocasión, como en la novela de García Márquez, no como otro fatal hecho consumado de un tiro en la nuca, una bomba lapa o un coche bomba, sino como la crónica de una muerte que se anunciaba inminente, pero que aún no había sucedido, en un chantaje social de solución imposible.

No es fácil saber si la acumulación de "gotas" en el vaso colmó la paciencia de la sociedad o fue aquella singularidad, secuestro y chantaje con preaviso de desenlace fatal lo que se convirtió en el catalizador para que una sociedad resignada a la inevitabilidad de lo incierto, fuera consciente de que podían hacerse cosas para evitar esos dramas.

Se ha etiquetado, a mi modo de entender erróneamente, a las víctimas como héroes. Pero para ser un héroe se requiere una actitud proactiva del sujeto que realiza esa heroicidad. Las víctimas lo son, muy a su pesar. No son héroes o heroinas. Si hubieran podido elegir, no hubieran representado ese papel. La sociedad española en aquel momento histórico, con el drama de otra víctima mas, si hizo el acto heroico de pintarse las manos de blanco para decir basta ya. Aquella víctima, aquel atentado, consiguió transmutarse en el desencadenante de una reacción que empezó a convencernos a todos que era posible acabar con la pesadilla. Hoy, 20 años después, parece que la pesadilla empieza a tener el recuerdo de un mal sueño. Fue el movimiento colectivo, la unidad de los partidos, la gente saliendo a la calle allí donde nunca lo había hecho, lo que convirtió aquel momento en memorable.



He titulado esta reflexión, en la que no pretendo ser políticamente correcto (expresión que a mi modo de entender es todo un oxímoron) “Cuando las victimas vuelven a convertirse en víctimas”. Y es que estoy convencido que en ocasiones, las victimas lo son más de una vez. La primera cuando el hecho concreto las convierte en tales. Las siguientes, cuando son víctimas del olvido, de la manipulación, de la apropiación indebida o son esgrimidas como arietes contra otros.

Y me temo mucho que esto esta volviendo a pasar. Las 12 personas que murieron en aquella plaza  pueden ser víctimas del olvido si nadie se acuerda de recordar por qué murieron. El casi millar de víctimas del terrorismo en nuestro país pueden acabar siendo victimas del tiempo que no respeta memoria ni razón. O la persona que supuso, de manera involuntaria, como todas las demás, la reacción de la ciudadanía ante la barbarie, puede acabar siendo víctima de manipulación partidista para intentar apropiarse de una historia que han escrito con sangre mujeres y hombres de este país.

Aquellos 12 guardias jóvenes no militaban en ningún partido (lo tenían prohibido entonces, y lamentablemente, lo siguen teniendo hoy en día) y quizás por eso, ningún partido ha llevado sus nombres al Parlamento para proponer una resolución institucional. Los niños de la casa cuartel de Vic o la gente que andaba comprando en Hipercor no tenían color político y por eso sólo son victimas del olvido del tiempo. No son manipulados ni esgrimidos para la lucha partidista. Sólo seran víctimas del anonimato colectivo.

La sociedad que hace 20 años se convirtió en héroe gracias a que una victima le había hecho reaccionar, es hoy, 20 años después, victima de la bajeza moral de quienes vuelven a convertir a las victimas de nuevo en victimas.

No hay que conmemorar la muerte de ninguna víctima, sino recordarlas a todas como colectivo que perdieron la vida a causa de la barbarie terrorista. Si hay que conmemorar la reacción de una sociedad, que como pocas veces en su historia, cerró las filas, levantó las manos y plantó cara. Aquello no debe olvidarse, porque sólo cuando todos plantamos cara podemos vencer en el empeño. Personalizar y singularizar, vuelve a ser otra forma de dividir, de fragmentar.

De volver a convertir las victimas en víctimas nuevamente.

JOSE LUIS ROMERO

@romerojl

miércoles, 12 de julio de 2017

Mascarada


 «Lo que se hace no se puede deshacer, pero se puede prevenir que vuelva a ocurrir»
Diario
Ana Frank 

Convertir a las victimas en héroes es un recurso que a menudo se usa para cauterizar las conciencias. Pero los actos heroicos nacen de la voluntad de los protagonistas, nunca de los verdugos. 

Se está recordando en estos días el aniversario de una victima mas en un atentado terrorista. Entonces, toda la sociedad se transmutó en héroe para plantar cara de manera unida a la barbarie. Las manos blancas y el espíritu de Ermua consiguieron lo que ningún partido había logrado: Unir contra los verdugos.
Hoy, 20 años después, se vuelve instrumentalizar a victimas en luchas partidistas, olvidando que cada vez que dividimos, perdemos todos. Las victimas no deberían tener color político y se merecen nuestro respeto, el de todos. Porque si no, siempre quedará la duda de si la persona asesinada hace hoy 20 años no hubiese militado en un determinado partido político, estariamos o no, haciendo estos homenajes (y estos reproches). 

Evitemos como dice otra victima de otra barbarie que estas cosas vuelvan a ocurrir. Las víctimas no se merecen ser enarboladas en una grotesca mascarada para ir contra alguien o contra algo que no sea el propio verdugo que las ha convertido en victimas. Que nadie que ha usado a las victimas de manera partidista, vuelva a hacerlo jamas. 

LA REBOTIKA
@El_Botika Viñeta
@romerojl Texto






viernes, 7 de julio de 2017

El Hombre del Látigo

Ricardo Garanda Rojas (@rgarciaaranda)  


Juan Luis nunca lo tuvo fácil, él siempre quiso esforzarse, y a veces hasta consiguió hacer cosas meritorias, pero parecía que todos iban contra él.
Su padre empezó a trabajar de botones en el Banco Mercantil y tras varias compras, integraciones y fusiones terminó de director en una buena oficina del Santander. Tuvo mucho mérito lo de su padre, al menos eso le repetía un día sí y el otro también a Juan Luis.

“No como tú, que no vas a llegar a nada”

sábado, 1 de julio de 2017

El Silencio del Miedo

Ricardo Garanda Rojas (@rgarciaaranda)

Sonseca, 010707


Ese Silencio de años, de vidas. Huidas a la ciudad. Silencio rural.

Yo he observado a algunos paisanos, ya de 50, 60 o 70 años. ¿En qué momento la vida del pueblo les hubiera permitido declarar que les gustaban más las personas de su mismo sexo?
Algunos, algunas, se fueron a las ciudades  para hacer posible su libertad sexual y de elección de pareja, allí es más difícil encontrar a alguien ante quien sentir la necesidad de ocultarse. Pero otros, otras, se quedaron. Y de ellos muy poco lo asumen públicamente.