viernes, 23 de febrero de 2018

Pesadilla en Zocodover (II) "El Congreso"


                                    

     Una idea anda suelta
por los pasillos
del templo que las almacena
pidiendo socorro
para buscar su espacio
lejos del silencio que las condena
…/…


Cuándo se va por primera vez a un Congreso clásico, de algún partido político, un sindicato o cualquier otra organización social, resultan raras muchas cosas. No es la vida cotidiana mismamente, en todo caso una concentración, una esencia en frasco pequeño de nuestros comportamientos normales de los días normales. Y eso resulta a veces un tanto extraño.

En el libro de Relatos “Pesadilla en Zocodover” (terminará siendo una verdadera pesadilla el propio título) nos vamos a ir de Congreso en uno de sus capítulos. Nos vamos a situar, por primera vez en la vida, en un Congreso estándar, al uso, de los que están acostumbrados quienes están acostumbrados a asistir a este tipo de eventos, esos que se mueven como pez en el agua en “el Plenario” “las comisiones”, “las delegaciones” etc…Para los demás, es decir, para quienes asisten a su primer Congreso ya les hubiera venido bien que alguien les hubiese facilitado un libro de instrucciones.

Un ejemplo: siempre hay una parte de los congresistas que quisieran que todo el mundo estuviera de acuerdo con el trabajo que han hecho, porque como lo han hecho ellos resulta evidente que está bien realizado y no resulta razonable que vengan otros, así, por el morro, a enmendarles la plana. Pero, los “del morro” piensan, sin embargo, que todo se podría hacer mejor, o, al menos, de otra forma que a ellos les diera más satisfacción. Estas son situaciones en las que el novato congresista siempre intenta introducir matices entre la opinión de unos y la de otros. Craso error, en el caso de que haya matices tendrían que encontrarlos entre ellos, no va a venir ahora un tercero a corregirlos a todos.  En fin, ya os digo, concentrado de la vida misma.

A un Congreso se supone que vamos a debatir para “hacer cosas”, y también sobre “qué cosas” y un método que nos indique “cómo las hacemos” y “quienes”, es muy importante saber quiénes seremos los que hagamos esas cosas y con quienes las haremos.  Igualmente es importante debatir en un congreso “cuando” haremos esas cosas y cuál es nuestra intención, “para qué las hacemos”.
Habrá quien diga que allí se va a discutir de ideas, y algo hay de eso, pero detrás de las ideas siempre ha de haber realidades. O tal vez no. La verdad es que a veces hay Congresos del que las ideas salen flotando por el aire, van llenando los pasillos, las calles, el mundo entero. Luego viene una suave brisa, eleva esas ideas debatidas hacia cumbres inalcanzables y ya detrás no queda casi nada. Desde luego no quedan “cosas”. 

Al menos...hasta el próximo Congreso.

Un pequeño divertimento en una colección de Relatos entre los que hay de todo. Ya veréis. Darme unos días a que termine de salir del horno y hablamos.




Ricardo G-aranda (@rgarciaaranda)


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