viernes, 19 de enero de 2018

Cuatro años sin Poder

 Ricardo G-Aranda. (rgarciaaranda)

Que esta sociedad necesita revulsivos que la hagan  creer en que se pueden hacer las cosas de otra manera, con honestidad, atendiendo más a los más débiles y exigiendo más responsabilidad a los que más pueden, es algo que a muchos no nos cabe la menor duda. Pero además de creer que se necesita tal cosa, es necesario ir poniendo los medios necesarios, abriendo los caminos oportunos para hacerloposible.
Durante estos cuatro años que han transcurrido desde que surgió el movimiento que iba a conquistar el cielo,  vemos como apenas ha conseguido dirigir alguna parcela del purgatorio, y eso sin tenerlo muy claro.

Ya en sus primeros tiempos, hace cuatro días como quien dice, se descubrió  que no bastaba con querer mandar a “la casta” al baúl de los recuerdos, eso dejaba un panorama de futuro inmediato muy vacío, casi tanto como cuándo decidieron que para definirse no había que hablar ni de derechas ni de izquierdas, que esos conceptos estaban ya obsoletos y amortizados.
Todavía no han descubierto, y quienes lo hicieron quedaron apartados del núcleo de dirección, que aquí no hay suficiente espacio ni decisión revolucionaria como para poder llegar a controlar el poder por sí solos y están en el discurso de que “el PSOE no es izquierda” como mensaje-medio para tratar de convencer a quienes se consideren de izquierdas que no pierdan el tiempo ni el voto, que tienen que votarlos a ellos, que ellos sí que lo son. Ahora ya sí se definen como un plato definitivo de la balanza izquierda-derecha.

Me temo, por ellos, que tampoco van a progresar excesivamente por esta vía. El argumento de “las dos orillas” ya está muy manido, y los ciudadanos responden una y otra vez que nunca fue verdad, ahora tampoco, la teoría agresiva de que el PP y el PSOE eran la misma cosa. O cambian de discurso o el sorpasso seguirá durmiendo en el valle de los sueños difícilmente alcanzables.
Sería deseable que en lugar de empeñarse en avanzar en base a consignas, lo hicieran en consecuencia con un discurso político, con unas líneas estratégicas adaptadas que les permitieran ir consiguiendo instrumentos de poder para de verdad hacer que esto vaya cambiando, que se pueda vigilar y evitar desde la administración de lo público esta sensación, realidad diría yo, de impotencia que tenemos ante los abusos de poder, bien desde la esfera pública como desde la privada.
 
No quisieron apoyar a un presidente Socialista porque a éste, su partido de entonces, no le permitió negociar parcelas de poder con ellos. Cuándo votaron en contra de la investidura de Rajoy ya era tarde, se lo habían puesto en bandeja a esa parte del PSOE derechosa y cobarde, que luego perdería sus primarias y su Congreso.
Ahora, más recientemente, rozando la celebración de este cuarto aniversario vuelven a sacar la palangana y dónde no hace mucho se decía que no era un problema de derechas o de izquierdas, ahora, cuándo lo prioritario es una crisis trasversal sobre la independencia de Catalunya,  deciden que han de ser consecuentes con su izquierdismo y permiten que los independentistas controlen la Mesa del Parlament y su presidencia.

Pasados estos cuatro años Podemos se ha desinflado en parte, tiene diversos escapes por los que se ha ido escapando el aire necesario para respirar y seguir corriendo. Pero es obvio que nada está perdido aún, es muy posible que en estos momentos tengan que ocuparse de replantearse muchas cuestiones, unas que tengan que ver con su definición ideológica y que la conozcan de verdad sus seguidores, otras que han de enfocarse en conseguir una organización interna que haga compatible su confederación de asambleas con una cierta unidad de criterio que les defina ante los votantes, y por último, una reflexión sería sobre su política de alianzas. Les guste o no les guste es el PSOE la organización más cercana que tienen para intentar llegar a un poder que les permita poner sus ideas en práctica. Es verdad que dentro del PSOE también hay mucho rechazo hacia ellos. Las bases de ambas organizaciones han de comprender, de una vez, que sin un acuerdo entre ambos, la derecha tiene el paso expedito.

En cualquier caso, felicidades Podemos, ni mucho menos es poco lo que habéis conseguido en estos cuatro años, otra cosa es que tal vez las expectativas eran elevadas en exceso. Os deseo suerte y avance, para el bien de los que pensamos que al Estado de Bienestar sólo le salva un pensamiento socialdemócrata, revitalizado y gobernante.



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