lunes, 30 de julio de 2018

EN EL CORAZÓN DE LA LLUVIA


Ricardo G-Aranda (@rgarciaaranda)


Gracias Milagros por ese final. Conceptualmente, mi Casabas es algo muy parecido a Los Alcornocales de Laura.

Acabo de terminar de leer “En el Corazón de la Lluvia”, de Milagros Frías, pero no voy a hacer una reseña, ni una crónica literaria, ni una crítica en un sentido u otro. Hay gente que sabe analizar las obras con ese fin. A mí no me interesa, al menos con esta.

La soledad de cada uno es un fantasma invisible que nadie conoce más que quien la posee. La soledad de cada uno y cada una siempre tiene nombre: el de quien la sufre o  la disfruta, el de quien la desea o aborrece. Laura gestiona una inmensa soledad aún estando rodeada de gente amable y cariñosa. Yo soy uno de esos millones de potenciales lectores que conoce el nombre de su soledad por mucha gente que haya a mi alrededor. Y vivo como Laura, en el campo.
Pero, al igual que la protagonista de la novela de Milagros, yo también sé que no estamos solos por estar aislados, sino al revés, el aislamiento suele apetecer cuando el fantasma nos rodea con su inconfundible murmullo.

Salir de ese agujero o no, a veces puede apetecer, otras no y, con frecuencia, no se tiene el asunto claro. Dejarse llevar, permitir que ese estado de aislamiento te arrulle en cada uno de los momentos del día y de la noche, “La vida te va llevando como una pluma que el viento arrastra sin esfuerzo…”. Milagros Frías ha querido compadecerse de su protagonista. Cuenta un año de su vida, tiene 41 cuando la historia se cierra. Queda demasiado por delante como para dejarla abandonada a su suerte.

Pero existen las soledades de los personajes reales y no hay novelista en el mundo que pueda decidir sobre ellas. Están ahí, son al menos tan reales como esos personajes, tiene sus nombres y contaran los días sin tener claro si quieren ser salvados o no, sean cuales sean sus reivindicaciones al respecto.

“En el Corazón de la Lluvia” es una buena novela. Es una historia contada en algo más de trescientas páginas y ubicada en un pequeño pueblo de la Galicia de gentes amables. Pero la esencia especial de su autora se derrama sobre los ojos, la mente, el alma del lector en sus últimas páginas, en sus últimos capítulos.

“Hay noches en las que sueño con Blake, está en mi vida aunque no duerma conmigo”. Que suerte tiene Laura.

Decidió su nueva soledad porque la anterior no le gustaba, pero siempre pudo guardar alguna carta y los acontecimientos la premiaron porque en la historia de Milagros podían ocurrir una cosa o la contraria.
Podría haber cambiado de vida voluntariamente, podría igualmente vivir en el campo por decisión propia. Pero ¿y si no hubiera podido elegir su soledad? Peor aún. ¿Y si fuera imposible que Blake pudiese regresar? Con la esperanza se soporta todo mejor.

Gracias Milagros, me ha gustado tu novela. Gracias Milagros por mantener la esperanza en tu historia aunque en otras no sea posible.



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