jueves, 7 de febrero de 2019

El Abismo de Camille


Ricardo GAranda. (@rgarciaaranda)

                                               Hoy he visto
                                               a la mujer invisible...
                                                  ("Solo el Silencio")

Camille Claudel nació fuera de su tiempo entre gente que no estaba dispuesta a comprenderla, mucho menos a ayudarla.
Fue una gran escultora que tuvo de profesor a August Rodin, y fueron amantes. Hubo críticos que se atrevieron a decir que ella era mejor que él ¡qué escándalo!. Montó su propio taller y la vida se le empezó a complicar. Con razón o no, siempre se quejó de que le robaban sus obras y estaba tan segura de ello que comenzó a destruirlas en cuanto las terminaba.

En cuanto murió su padre, fue ingresada en un establecimiento siquiátrico y después en otro, Montdevergues, al sur de Francia. Su madre y su hermano, el poeta y diplomático Paul Claudel, la tuvieron encerrada e incomunicada durante toda su vida, a pesar de que los informes médicos indicaban la total ausencia de enfermedad mental alguna. Tampoco le permitían ejercer su arte. La anularon, la silenciaron, la enterraron en vida y terminó en una fosa común en el otoño de 1943.
El cinismo de su hermano le llevó a decir que “todos sus maravillosos dones que la naturaleza le había otorgado no han servido más que para traerle la desgracia”. Fué quien la encerró, nunca quiso sacarla, otorgarle su libertad, y ni siquiera apareció en su entierro.

Esta es la historia que nos cuenta de manera magistral Enrique Laso en su novela “El Abismo de Camille”. Una historia de humillaciones, miserias y cobardías. Una historia de dolor, de marginación, de odio. La narra en forma de un diario que se supone escribe el director del Manicomio a partir de la fecha en la que ella muere. Una historia de  una infancia bella, una juventud extraordinariamente creativa y treinta años de encierro, miseria y abandono.

La historia es impresionante, pero la manera que tiene Enrique Laso de contarla también. Sus cualidades como novelista se ven reforzadas en esta ocasión con una implicación personal: nada que tuviera que ver con la injusticia le era ajeno, los sufrimientos de las personas en las que se basaban sus personajes eran igualmente padecimientos propios.

Por eso, el autor hizo un resumen de esta novela para participar en el libro “Que entre la Luz”,  trabajo colectivo publicado por Ediciones Proust, cuyos textos cuentan diversos casos de violencia de género, reales o ficticios. Y es que la historia de Camille es esencialmente una historia real de violencia de género: Molestó a una sociedad en la que era intolerable que una mujer se sintiera tan artista que pensara que había conseguido su libertad por ello. Eso estaba reservado exclusivamente a algunos hombres.



1 comentario:

  1. A mi me encantó esta novela de Enrique Laso. Sólo Enrique sabía cambiar de género sin despeinarse y seguir siendo un crack 😔

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