viernes, 22 de febrero de 2019

El Empate


Ricardo GAranda (@rgarciaaranda)


El diez de Setiembre de 2020 era un día especial para el Cádiz Club de Fútbol, las competiciones de la selección habían retrasado el inicio de la Liga en su primera división y jugaba el primer partido en el Carranza en la categoría de honor después de muchos años luchando en las inferiores. En este primer partido de primera se enfrentaría a otro recién ascendido, el Sporting de Gijón. Los veintidós jugadores parecían felices. Pero es que este diez de Setiembre, el Cádiz C.F. cumplía 110 años de existencia: la celebración era doble. El partido estuvo entretenido y acabó con resultado de empate, dos a dos. Pero en la historia de esta temporada estas celebraciones iniciales terminarían pasando desapercibidas.

En Madrid había otro duelo distinto, el Rayo Vallecano (el Rayito) empataba también a dos contra el Athletic Club de Bilbao. Mismo resultado que el Coruña y el Real Madrid en Riazor, y el Valencia contra la Real Sociedad. Idéntico resultado que el que obtuvieron en su cruce en el Camp Nou el Barcelona Club de Fútbol contra el Betis Balompié y el Sevilla contra el Español. Todos los partidos de la primera jornada en división de honor terminaron empate a dos. Lógicamente nadie acertó los catorce resultados de la quiniela y en la prensa del martes, puesto que el lunes jugaron el Villarreal contra el Girona y empataron igualmente a dos tantos, no tenían ni idea de cómo confeccionar la tabla clasificatoria. 

Por supuesto era la primera vez que esto ocurría, no solo en España sino en el mundo entero. La anécdota salió como noticia en los diarios deportivos y en muchos de información general en todos los países de los cinco continentes. Pero esto no había hecho más que comenzar.

En la segunda jornada volvió a ocurrir exactamente lo mismo. Ya no era una anécdota, empezaba a ser un fenómeno extraño. Y cuando la historia se repitió en la tercera jornada era una locura, no se hablaba de otra cosa, ni de lo mal que lo hacía el gobierno, ni de lo escandalosa que resultaba ser la oposición. El paro laboral y  la bolsa pasaron a un segundo plano. Hasta Ronald Trump (que había renovado su mandato) dedicaba un buen número de sus twitter a este asunto del fútbol español.

Se acabó la primera vuelta, ya entrado el 2021, y todos los equipos estaban empatados a puntos, a goles a favor y a goles en contra, porque absolutamente todos los partidos de esa primera vuelta habían acabado en empate a dos tantos. No sabemos que hubiese escrito José Saramago si llega a vivir esta experiencia, pero las casas de apuestas tuvieron que olvidarse de apostar por resultados. Se apostaba por el minuto del empate, por si tal jugador se habría afeitado la barba o no, pero por el resultado era una ruina para ellas.

La Federación Española de Fútbol llegó a plantearse suspender la segunda vuelta al menos hasta que se pudiera encontrar alguna salida racional a esta situación: 21 partidos jugados y todos eran últimos y primeros. De seguir así habría que suponer que todos tendrían derecho a jugar la Champions aunque todos descendieran a segunda división.
Por supuesto, la Liga de Fútbol Profesional no estaba de acuerdo con la Federación. Había que seguir jugando los partidos, existía un compromiso comercial con las televisiones del mundo entero que ahora, más que nunca, estaban dispuestas a pagar lo que les pidiesen con tal de retrasmitir los partidos de esta liga española. Si se mantenía dos o tres jornadas más esto de los empates a dos, el negocio podía llegar a unas cantidades astronómicas.

Y se mantuvo: dos, tres, cuatro, cinco…Todos los equipos seguían empatando a dos en sus partidos. Los capitanes de cada uno, en el saque inicial más que saludarse se reían. Y los árbitros igual. Todos con una risa tonta, nerviosa, sin sentido. La mayoría de los aficionados se agolpaban en torno a los televisores, poca gente iba a los estadios, para qué pagar si ya conocían de antemano el resultado. En los bares y en las reuniones en casa quedaba, al menos, el aliciente de las bromas, de los vaciles: ¡hoy os vamos a empatar!, a lo que los contrarios contestaban ¡y nosotros a vosotros también!.

El calendario marcó la última jornada y los equipos comenzaron a jugarla. Los del viernes: empate a dos. El sábado por la mañana: empate a dos. Por la tarde: empate a dos. El domingo por la mañana, lo mismo. Por la tarde exactamente igual. Todos los partidos empataron a dos. ¡Increíble!
Solo quedaba el del lunes: Rayo Vallecano – Real Madrid. Un derbi local madrileño. Comienza el partido, con las risitas de rigor: ¿Oye tú, empatamos? Y Ramos: ¡Por mí vale!. Y el árbitro: venga chicos, seriedad. Pero lo decía riendo.

En el medio tiempo iban empatados a uno. Los aficionados solo especulaban sobre qué jugador de cada equipo metería el gol del segundo tiempo. Raúl de Tomás metió el del Rayo en el minuto sesenta y dos. Gareth Bale, que seguía en el Madrid y no estaba lesionado, consiguió su gol en el minuto ochenta y cinco. Que ya estaba todo el mundo expectante.

La poca gente del estadio comenzó su retirada hacia sus coches para salir un minuto antes de que se formaran los atascos de la Avenida de la Albufera. El tiempo se había agotado, el árbitro, con desgana, lo alargó tres minutos para compensar el perdido con los cambios de jugadores. Faltaba un minuto y Benzema desvía un balón a cornet. Unos pocos segundos faltaban para que terminara el tiempo de descuento y el centrocampista del Rayo Gael Kakuta golpeó el balón.
La trayectoria iba tan cerca de la portería que Courtois al quererlo despejar lo introdujo en su portería.

3-2. Se acabó la liga.



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