viernes, 5 de junio de 2020

Concordia.



Ricardo GAranda

Desde Casalgordo, a cinco de Junio del 2020


Con una mezcla de desánimo e indignación estaba escuchando, de la sesión parlamentaria, las intervenciones de estos señores de la derecha. Lo del Partido Popular es de siquiatra. Desde aquel día en que apareció este señor tan prepotente y negacionista de todo, que se llama Aznar y que fue nuestro presidente de Gobierno. Negacionista de todo, incluida la propia vida, la de los demás, claro. Pero sería injustamente liberador para el actual líder de los populares si pensáramos que es una simple marioneta manejada por los aznares que en el mundo hay. No, el señor Casado y su círculo cercano asume este menosprecio por la España de hoy con una frialdad que da miedo. ¿Hasta dónde puede estar dispuesto a llegar para conseguir sus objetivos políticos?

La sesión de los desbordados improperios se cortó en la radio porque llegaba el momento de las noticias. Y hoy había una buena, por justa, por adecuada, por oportuna, por inteligente: El premio de la Princesa de Asturias a la Concordia se concede este año al colectivo de sanitarios y sanitarias por la inestimable función social y humanitaria que está realizando.
Habrá quien diga que no hacen más que cumplir con su obligación. Yo creo que la mayoría hacen mucho más, pero, aunque solo fuera eso… En cuanto acaben de desarrollar esta maravillosa noticia volveremos a escuchar en la sede del parlamento a personajes que son incapaces de cumplir con la suya. Y eso produce mucho daño, mucho. Y muy especialmente al colectivo receptor de este reconocimiento.

Yo conozco a una mujer que no se da ninguna importancia personal por lo que hace. Todos los días coge su coche, hace unos cuantos kilómetros y se va a trabajar a un hospital dónde el maldito virus recorre habitaciones y pasillos a sus anchas. Esta mujer llegó a contagiarse, como era casi normal que sucediera. Se consideró afortunada porque los síntomas fueron leves y, al no tener que preocuparse por su personal estado, lo hacia por la desatención que, de manera forzada, estaba teniendo con los enfermos del hospital donde trabaja, con los infestados del Covid19 y con los que atiende en su especialidad de cardiología.

Esta doctora, como muchas otras y muchos otros, está preparándose para salir de viaje. Su preocupación no son las condiciones para hacer turismo, esas se las deja a los parlamentarios. La suya es prepararse para pasar unos meses en Senegal y tratar de ayudar, de manera altruista, todo lo posible en la situación que la Pandemia pueda estar creando allí. Y ayudar en más cosas, porque allí toda ayuda que pueda aportar el personal sanitario es imprescindible.

Estos jóvenes…

CONCORDIA. Que preciosidad de palabra. Que concepto más humano en estos tiempos de necesidades humanas. Se me antoja que un premio a la Concordia es algo de lo más importante que una persona o un colectivo pueda recibir.
Quienes aún creemos en la necesidad de las utopías, podemos dedicar unos minutos a soñar con que un día podrían darle este galardón a los que habitan el templo de nuestra democracia, los que debieran estar preocupados por nuestra correcta convivencia en situación de colectivo bienestar. Pero, como diría mi abuelo, ¡quiá!

Eso sí, siempre nos quedará la gente buena. Enhorabuena, sanitarias y sanitarios, gente buena. Y Gracias.



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