sábado, 29 de abril de 2023

1º de Mayo, la lucha continua.

Ricardo GAranda, 290423 


 La voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora”, gritó Spies bajo su capucha cuando iba camino de la horca junto a sus tres compañeros, Engel, Parsons y Fisher, el once de Noviembre de 1887 en Chicago. Solo faltaba Linng, que se había suicidado en su celda.

Antes, durante el juicio, August Vicent Theodore Spies ya había dicho: Honorable juez, mi defensa es su propia acusación, mis pretendidos crímenes son su historia”.

En los primeros días de mayo del año anterior, Fisher terminaba una octavilla diciendo: “¡Secad vuestras lágrimas, los que sufrís!
¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!”

El día anterior, en una confrontación entre huelguistas y esquiroles, la policía había abierto fuego real de manera indiscriminada y murieron en el sitio varios trabajadores, cayendo heridos otros muchos.

Los trabajadores de Chicago luchaban por conseguir que se cumpliera la ley que limitaba la jornada laboral a 8 horas. Murieron muchos en Haymarket Square y otros un año después en el cadalso, tras una pantomima de juicio jaleado por la prensa amarilla.

Es el origen de las reivindicaciones laborales del 1º de Mayo.

 

 

 

«Intento comunicar, pero nadie contesta. Deben estar en la iglesia peleándose como leones. ¡J-3 para J-1! ¡J-3 para J-1! Manden fuerza para aquí. Ya hemos disparado más de dos mil tiros. ¿Cómo está por ahí el asunto? Te puedes figurar, después de tirar más de mil tiros y romper la iglesia de San Francisco. Te puedes imaginar cómo está la calle y cómo está todo. ¡Muchas gracias, eh! ¡Buen servicio! Dile a Salinas, que hemos contribuido a la paliza más grande de la historia. Aquí ha habido una masacre. Cambio. De acuerdo, de acuerdo. Pero de verdad una masacre».

 

En 1976, a las cinco y diez del 3 de marzo, 4000 trabajadores y trabajadoras del barrio de Zaramaga, de Vitoria, estaban reunidos en asamblea en la iglesia de San Francisco de Asis, pensando que los muros eclesiásticos les protegerían de la dictadura aún vigente, aunque el Dictador ya había desaparecido.

¡A por ellos!

La Policía Armada lanzó gases lacrimógenos dentro del recinto y, según salían los trabajadores y las trabajadoras a la calle, respirando mal y sin visión, les dispararon. Murieron cinco personas y se contaron ciento cincuenta heridos. Cinco fusilados en Vitoria, como los cinco ahorcados de Chicago. Estos con un juicio falso, los españoles sin ni siquiera juicio.

Pedro María de 27 años, trabajador de Forjas Alavesas.  ​Francisco de 17 años, estudiante y operario de panadería, Romualdo de 19 años, ​José de 32 años, trabajador de Basa y Bienvenido de 30 años, trabajador de grupos Diferenciales.

Después, en manifestaciones en protesta por estos hechos, murieron de forma parecida Juan Gabriel, en Tarragona y Vicente, en Basauri.

Todo quedó impune. Aquí y allí, aunque aún hay una causa abierta de una jueza argentina por crímenes contra la humanidad a Rodolfo Martin Villa, uno de los dos ministros a los que se considera responsable. El otro, Manuel Fraga Iribarne, considerado máximo responsable, se llevó a la tumba sus posibles culpas.

 

Estos son dos de los cientos de acontecimientos represivos que trascurren a lo largo de la historia y de todos los rincones del mundo. Y hablo en presente, no en pasado, porque la clase trabajadora tiene que seguir luchando y, a buen seguro, tendrá que seguir haciéndolo en el futuro, no solo para seguir ganando derechos, sino también, y esto es más cruel, para conservar los conseguidos en unas luchas marcadas por historias represoras parecidas a estas dos que hoy yo cuento.

El empresariado nunca regaló ni regalará estos derechos a trabajadores que no luchen por ellos. En el mundo entero celebramos de nuevo, en unos días, la festividad del 1º de Mayo. Es una fecha de reivindicación y de recuerdo a quienes se fueron quedando por el camino. En España toca volver a reivindicar, entre otras cosas, salarios: mientras que sus subidas estén por debajo de los aumentos del IPC, el poder adquisitivo seguirá bajando. Se daña así mucho a los trabajadores y las trabajadoras que son la columna vertebral del funcionamiento de la Nación. Y mientras, las grandes empresas, muy bien respaldadas en el discurso de los partidos de derechas, ganando cada vez más, y las no tan grandes, igualmente respaldadas, haciendo caja a costa de restringir salarios, aunque aumente la producción.

¡¡Viva el 1º de Mayo y la lucha de la clase trabajadora!!


2 comentarios:

  1. La lucha continúa. Al igual que la educación la lucha obrera es una tarea permanentemente inacabada. No se puede bajar la guardia porque al menor descuido te quitan los derechos que ha costado siglos conseguir.

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