jueves, 15 de diciembre de 2016

Avalon


Ricardo Garanda Rojas (@rgarciaaranda)


Perdí mi columna hace un par de semanas, en el camino entre Ciudad Real y Cádiz, y la he encontrado tres semanas después. Es fácil perder cosas cuando la amistad y la poesía te llevan por esas tierras  del Valle de Alcudia, Sierra Madrona, Montoro, con ése previo mirador dónde Felisa y yo parábamos siempre para estirar las piernas y el espíritu.
Y Cádiz. Habíamos estado en Cádiz pero no la conocíamos. Absurdo desconocimiento, ¡qué maravilla!. Llego a pensar que Alicia y Felisa se confabularon y que “Ella” era el instrumento perfecto para llevarme allí. No tengo ni idea de cómo lo han hecho porque no llegaron a conocerse ¿o sí?
En Cádiz pasé unos ratos mágicos, con Alicia, Juanma, con la voz de Olga, con mis amigos y amigas manchegos y manchegas haciendo piña. Con “Ella”.  ¿Cómo no iba a perder mi columna?

Me hubiese quedado allí para llorar a Juanjo desde la playa de La Caleta, pero he tenido que hacerlo en Toledo, he tenido que recuperar aquí mi columna para deciros, a quienes no le conocíais, que Juanjo era un luchador magnífico, un serio, honesto y rígido militante en defensa de los derechos sociales y laborales y un extraordinario compañero de tertulia de las épocas de las tabernas.
Juan José González Rodríguez militó siempre dónde se defendían los intereses de los trabajadores y las trabajadoras, de aquellos colectivos que siempre necesitaron organizarse para defender una vida digna.

Nació en Lucena, en la provincia de Córdoba, aunque ya llevaba años viviendo y militando en Toledo cuándo yo le conocí allá por el 1985. Trabajador de Standard, cuna de tantos luchadores y luchadoras sociales.
Fotoografia del archivo de CC.OO. C.L.M.
Juanjo supo recoger las generosas ideas de lucha de anteriores generaciones, que nos enseñaron. Las hizo suyas para seguir contribuyendo al inmenso sueño de la libertad, de la igualdad, de la paz. Trabajó por ello y deja la herencia de su ejemplo para que otras y otros sepan por qué hay que continuar.
No son tiempos buenos, pero él sabía muy bien que si las aves vuelven a su tarea después de protegerse de los fríos, nosotros hemos de volver a construir el sueño con los barros de estos tiempos.

Se ha ido Juanjo en malos tiempos y sólo su esperanza de encontrar Avalon puede haberle hecho sonreír en el último instante, como a Nyneve. Tal vez algún o alguna Leo sigamos su camino con esa misma esperanza de encontrar ése humano paraíso. Yo le sueño así, en Avalon, con sus amigos, con los míos, con  Eugenio, con José Luis, con Julio, con Juan, con Luis, con Felisa.

Descansa en Paz, amigo.



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