viernes, 15 de enero de 2016

Me llamo Huda y soy Refugiada

Soy Huda, la niña que levanté los brazos ante un fotógrafo porque creí que me iba a disparar e iba a morir. Yo también.


Foto: Osman Sagirli.

Soy una más de esos dos millones de niñas y niños que vivimos entre el hambre y el barro de los campos de refugiados sirios. Estoy en Atnich, Siria, a diez kilómetros de la frontera con Turquía y he conocido muchos niños, unos poco más mayores, otros un poco más pequeños, pero todos tristes porque sus padres están tristes y porque además del hambre, también pasamos un poco de miedo.
Echo de menos mi casa, el colegio, mis amigas, mis juguetes…Aquí apenas juego.



Entre los niños y niñas que he conocido, algunos ya no están aquí. Recuerdo a uno muy pequeñín, Reem, que casi siempre iba subido a los hombros de su padre, que se llamaba Attar y vendía bolígrafos para poder tener algo de dinero y comprar comida para su hijo y su mujer. Estaba muy delgado Reem y hace ya tiempo que no le veo, mi padre dice que el suyo consiguió algo de dinero de unas gentes que le enviaron ayuda y se fueron a Beirut.

También recuerdo a otra niña que ya se fue, se llamaba Aisha y tenía cinco años, vendía pañuelos de papel, que le había dicho su madre que así ayudaba un poco. Aisha un día se llevó un buen susto, cuándo estaba vendiendo pañuelos se acercó un hombre con uniforme y ella se asustó y empezó a llorar y a llorar, cuánto más se acercaba el hombre con uniforme a consolarla más y más lloraba. El hombre con uniforme juraba que nunca en la vida volvería a acercarse a una niña que vendiera pañuelos. No sé dónde se iría Aisha.

Más o menos de la misma edad que Reem, conocí a un niño que era muy divertido, se llamaba Alan Kurdi, tenía un hermano que se llamaba Galib y vivían con sus padres, su madre se llamaba Rehan y del nombre del padre ya no me acuerdo. Fue muy triste lo de Alan, escuché a mi padre decirle a mi mama que lo encontraron ahogado en una playa de Turquía, su hermano y su madre también murieron. Iban en una barca que se hundió y solo su padre pudo salvarse.

Soy Huda, la niña que levantó los brazos ante un fotógrafo porque el miedo me hizo creer que se trataba de un enemigo que con un fusil en las manos me iba a matar. Mis padres y yo y los millones de padres e hijos que hemos perdido nuestras casas y estamos en estos refugios, tenemos miedo y hambre y necesitamos ayuda.

Ya veis, que gracioso, Huda rima con Ayuda. Decidme algo…




Ricardo Garanda Rojas  (@rgarciaaranda)

Posdata.-  Me he tomado algunas libertades en la forma de contar estas historias, pero son reales y fueron virales en la red. Creo que los nombres son igualmente reales, los he conocido en un reportaje que hizo la BBC.

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