jueves, 15 de enero de 2015

El Pacto Global.

LA COLUMNA DE LOS VIERNES



El Pacto Global


No creo que la Libertad de Expresión, como objetivo excluyente en sí misma, sea la cuestión fundamental, clave, en una democracia.


Como tampoco creo que lo sea, en su definición absoluta, el concepto de Libertad.



La Igualdad, la justicia, la equidad, el respeto al diferente, la no discriminación…. Todas ellas necesidades inalienables para que un sistema realmente democrático pueda subsistir.

Pero cualquier empeño de priorizar “indiscutiblemente” cualquiera de estas necesidades, nos plantea la disyunción de debilitar a otra u otras, hasta el extremo de que siempre habrá demócratas que dirán y argumentaran que para garantizar algunas de estas cuestiones, hay que recortar, cuando no anular, otras.


Porque pedimos al Estado que nos garantice éstos principios democráticos, pero muchos nos movemos en nuestro asiento, incómodos, cuándo los representantes de éste Estado, los gobernantes elegidos, nos dicen que es necesario incrementar los sistemas de Seguridad, que sin ella no se puede garantizar que los enemigos de nuestros principios democráticos no nos recorten nuestras pretensiones de vivir en una sociedad realmente libre e igualitaria.


Es cierto que la valoración y el entendimiento de cada uno de estos factores, incluido el de la seguridad, no tiene unos parámetros democráticamente únicos, según tengamos una percepción conservadora o progresista, y en varias graduaciones dentro de ellas, el criterio del grado de aceptación de cada definición será diferente. Y todas serán valoraciones de demócratas (salvos quienes explícita o implícitamente se auto-excluyan de ello).


Por tanto, haciendo una reflexión desde el concepto de la libertad de pensamiento, tendremos que llegar a la conclusión de que no podemos hablar de valores absolutos en ninguno de los casos, tampoco en el de la libertad de pensamiento, que igualmente puede dañar a algún otro valor y puede tener también distintos niveles de importancia según se lo otorgue cada individuo o cada colectivo. 


Si conviniéramos que el objetivo final, sin demasiados matices, es la Convivencia con mayúscula y en Paz, el Equilibrio de libertades, equidades  y garantías de seguridad se convierte en la norma de nuestro comportamiento democrático. La relatividad de los grandes valores “absolutos” se hace imprescindible y el gran pacto se antoja la base para ése Equilibrio.


Claro, si las amenazas para éste Equilibrio están en las diferencias estructurales y culturales dentro de un  Mundo Global, tendrá que ser en ésa Globalidad dónde tendremos que Pactarlo. Las soluciones regionales no sirven. Ya no sirve un cierre de acuerdos exclusivamente en Occidente. El acuerdo que defina el Equilibrio, con los sacrificios necesarios tendrá que ser necesariamente Global.


Somos lo que pensamos como individuos pero, socialmente viviremos según qué pactos de comportamiento acordemos en la Aldea Global.



Ricardo Garanda Rojas

@rgarciaaranda

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