jueves, 22 de enero de 2015

El Sindicato Si tiene quien le escriba.



 LA COLUMNA DE LOS VIERNES

El Sindicato Si tiene quien le escriba.



No de ahora, sino desde que hubo un gobierno, conservador por cierto, que entendió que es imposible mantener un sistema democrático sin la participación directa de los Sindicatos de Clase, nunca éstos llegaron a tener amigos, ni entre los partidos políticos ni entre los medios de comunicación social. No es nuevo el ataque, ni mucho menos. Ahora algunos se quieren sumar al abucheo porque pretenden reinventar el mundo, obviando, eso sí, la fuerza que sigue teniendo la tradición de la lucha de los trabajadores por sus derechos. Pero todo el que de esos modos viene de nuevo, no tardará en darse cuenta de que no es fácil.

 


Jorge M. Reverte, en su columna del País de ayer y recordando que mañana, 24 de Enero será el 38 aniversario del salvaje atentado que sufrieron los abogados laboralistas de la calle Atocha en Madrid, se pregunta  “¿Cómo se puede decir, si uno es bien nacido,  que aquello fue un pacto de élites?”.  


No se trata de reivindicar insistentemente el pasado y el sacrificio de muchos y muchas militantes sindicalistas, aunque ahí está. No se trata, ni muchísimo menos, de plantear que los viejos tienen la razón y que los nuevos tienen que copiar. No creo que ningún viejo militante vaya a pretender eso jamás. Pero, por el contrario, evitemos dos graves errores en los que muchos y muchas están en la tentación continua de caer: 


1.- No reescribamos la historia falseándola, para una cosa y la contraria la historia de la lucha obrera fue como fue y ha llegado hasta nuestros días aunque haya gente que no lo quiera ver.   

2.- No hay ideología revolucionaria que pueda triunfar sin tomar de base las reivindicaciones concretas de los trabajadores y las trabajadoras. La vanguardia no será en nuestros tiempos una élite intelectual que se olvide de las penurias por las que está pasando la clase trabajadora. Y quien pretenda utilizar ésa situación como catapulta, tendrá que dar soluciones de manera inmediata si no quiere pasar, metafóricamente,  por la guillotina.


Y en estos tiempos decepcionantes, los partidos políticos debieran ganarse su espacio mayoritario para ayudar a la ciudadanía desde el Parlamento, porque ahí es donde se hacen las leyes, las buenas y las malas, las que benefician y las que perjudican.


Y los Sindicatos a su función, a esforzarse en vigilar que las leyes buenas se cumplan y que las malas puedan ser mejoradas en los centros de trabajo. Con la Acción Sindical, la Negociación Colectiva e individual, espacio prioritario del trabajo sindical. Y con las denuncias pertinentes ante los Tribunales, para que valoren la validez o no de algunas leyes perjudiciales para la clase trabajadora.

Todo ello, peleando también por conseguir un espacio social y económico que permita avanzar mejor en ésa Negociación. Desde un Sindicato de Clase habrá que luchar para que los recogedores de manzanas tengan mejor salario, pero también tendrá que pelearse con el mercado para que el precio de la manzana no sea abusivo porque, de ser así, perjudicaría igualmente a esos y otros trabajadores. Otras organizaciones sociales y políticas no tienen ésta, a veces ingrata, doble responsabilidad. 


No contrapongamos, ni siquiera en teoría, intereses políticos con sindicales, porque es una trampa, porque eso solo se puede hacer, no desde conceptos políticos, sino desde intereses partidistas, y ahí los buenos sindicatos no entran, por eso son tan poco queridos.


José Luis Gil, responsable de CC.OO. de Castilla la Mancha, en una intervención ante parte de su militancia, muy recientita, planteó muy bien a mi entender las reglas de juego sobre el teórico tablero. Vino a preguntar que si en el caso de que se diera la situación de que un gobierno conservador como el actual en ésta región estuviera dispuesto a conceder al sindicato las reivindicaciones que durante estos cuatro años ha desatendido, mejorando así de manera sustancial la situación laboral, social y personal de miles y miles de trabajadores y trabajadoras, y esto estuviera dispuesto, ese gobierno, a hacerlo una semana antes de las elecciones. ¿Qué tendría que hacer el Sindicato?.


No pregunta José Luis cuál sería la postura de cada uno o de cada una, sino cuál debiera ser la decisión responsable del Sindicato. 


Este ejemplo puede parecer exagerado por ficticio, pero sitúa a los militantes y a la sociedad en general, ante un debate nada nuevo y, desde luego, nada ficticio. Hace pocas fechas CC.OO. y U.G.T. firmaron un acuerdo con el Gobierno de la nación que beneficiaba la terrible situación de miles de familias que no ingresaban ni un solo euro. Muchas han sido las voces que han gritado a cuatro vientos que la ayuda era ínfima y que esto solo servía para darle votos al partido que respalda al Gobierno. Parece que desde posiciones partidistas pudieran tener razón, pero la política sindical siempre ha funcionado con otras claves, en éste caso las de no perder la posibilidad de mejorar la situación de esas miles de familias. Y si no, preguntémosles a ellos. 


Aunque ha quedado obvio, quiero hoy terminar mi artículo como hace Jorge M. Reverte con su columna:


 “Yo soy CC.OO.”



Ricardo Garanda Rojas

  (@rgarciaaranda)

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