jueves, 7 de septiembre de 2017

Me duele Catalunya

 Ricardo Garanda Rojas (@rgarciaaranda)



En un sistema democrático el fin no puede justificar los medios, el cumplimiento de la ley es imprescindible para que las decisiones puedan y deban ser acatadas por toda la ciudadanía, quienes estén de acuerdo y quienes no.  Si un Parlamento, si un Gobierno avanza desde la insumisión, invita, a su vez, a la insumisión de quienes pretenden representar y gobernar.

Si las leyes existentes no nos parecen las adecuadas hay que intentar modificarlas en el ámbito democrático correspondiente  desde el debate parlamentario, con mayorías suficientes o, mejor, con consensos.  De no ser así, las leyes están vigentes y es imprescindible ajustarse a ellas. Esto en un sistema democrático.


Ayer, el Parlament quedó muy tocado como Institución. Su credibilidad ha recibido un importante golpe en sus actuales funciones y para un pretendido futuro de órgano legislativo de una Catalunya independiente.  Una exigua mayoría decidió no cumplir las Leyes Estatales, tendrán que asumir que a partir de ahí pueda haber colectivos políticos y sociales que decidan, igualmente,  no cumplir las normas que emanen desde ese mismo Parlament.

Esta inestable situación crea un perfecto caldo de cultivo para las minorías anti-sistema, y  la CUP es esencialmente eso, y ahí  “Junst per Si” vuelve a cometer otro gravísimo error, no solo en el presente sino también  de futuro, porque este partido va a ser anti-sistema siempre, también lo sería en una Catalunya independiente. Ahora está marcando el ritmo, hasta ha impuesto la metodología parlamentaria que se utilizó ayer y que tantos despropósitos provocó. A Esquerra no parece preocuparle.

El PSOE sigue hablando de negociación, y los tertulianos, y los periodistas, y las gentes, y los políticos de casi todas las organizaciones políticas. Pero ¿Quiénes están realmente interesados en negociar?. Porque yo opino que no se trata de incapacidades, sino más bien  de decisiones claramente tomadas en los planteamientos estratégicos de cada uno de los partidos, al margen del daño social que se pueda ir provocando.

Está claro que la CUP  no tiene ningún interés en un pacto institucional o de partidos en el contexto de un sistema en el que no creen. El PP lleva años sacando unos importantes  réditos electorales a su mensaje patriótico contra los independentistas y no parece querer soltar este recurso.  Ciudadanos ya ha dicho que esta iniciativa del partido socialista no servirá para nada, porque no puede concederles ningún mérito. Esquerra Republicana ha encontrado en la confrontación y en la caída de la antigua Convergencia su histórica oportunidad para convertirse, en solitario,  en la primera fuerza de Catalunya  y presidir su gobierno.
Podemos apuesta por la ambigüedad abstencionista que justifica con los comportamientos del PP, tratando de trazar una equidistancia imposible. Yo ya no sé si la propuesta del PSOE es realmente sincera o busca también avanzar en su imagen de “buenísmo”. En cualquier caso, en este caos, parece la única postura positiva.

Dice Podemos que aquí no se trata de blanco o negro, que hay grises y ellos apuestan por ellos, pero aquí  lo que tenemos  es   “Mesa” o “Confrontación”. Es verdad que en estas circunstancias no se espera  gran cosa de una mesa negociadora, sobre todo si Ciudadanos y Esquerra la boikotean, pero ¿Qué esperamos de la confrontación?

Personalmente siempre he tenido mucho respeto y aprecio a Catalunya y sus gentes, por eso ahora me duele.


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