jueves, 21 de marzo de 2013

Partidos políticos: Militancia o identidad

LA COLUMNA DEL VIERNES

(O como quitarse el sombrero manteniendo la cabeza)


El funcionamiento cotidiano de los Partidos Políticos crea importantes contradicciones a sus afiliados y afiliadas-militantes, que, cada vez con más frecuencia, terminan creando verdaderos problemas de identificación ideológica por un lado y de desestructuración organizativa, por otro.

Dentro de un mismo partido, el PSOE, coexisten planteamientos distintos sobre temas de gran importancia ideológica:

Hay ateos como fundamento básico de los criterios materialistas de la ideología socialista, pero también hay creyentes en una divinidad tan absoluta que, ante sus designios, de poco parecerían servir los militantes esfuerzos para mejorar el funcionamiento de la sociedad.

Incluso hay confrontación interna (con las cosas de dios ni se confronta) con el tema del  Independentismo, al menos hasta ahora. Pueden convivir minorías selectas defendiendo el mismo, con una mayoría defensora aún del internacionalismo, primero, y el concepto de “lo global” después… O tal vez ni eso, tal vez lo que confronten, a estas alturas, sean dos conceptos contrarios de Nacionalismo.

Y hay quienes defienden que es bueno aumentar ciertos impuestos si se mantiene el justo criterio de la progresividad (quien mas, mas) o que “bajar impuestos”, aunque  eso suponga romper la proporcionalidad con las rentas de cada uno, también es un planteamiento defendible por la izquierda.

Y habrá, en este Partido y en todos los demás, diferencias en muchas otras cuestiones, de mayor o menor importancia. Y está muy bien que así sea, porque un partido político, al menos uno de izquierdas, ni debe, ni puede ser monolítico en sus planteamientos ideológicos, porque el absoluto no existe y el debate interno no es un medio para encontrar algo inexistente, sino un fin para mantener de manera continua la tensión en la
búsqueda de soluciones para los problemas sociales que se plantean.

Pero entonces, qué sentido tienen las listas cerradas, qué sentido tienen las votaciones en bloque.
¿Obligar a Parlamentarios a ir contra alguno de sus principios?
¿Hacerles votar algo en lo que no creen?
¿Cómo va a ser digno un sistema democrático que obliga a vulnerar la dignidad de sus representantes?
¿En una democracia consolidada porqué hace falta esto?.

Para volver a ganarse el aprecio de los ciudadanos hay muchas cuestiones y funcionamientos que modificar, pero no vendría mal intentar reflexionar sobre las respuestas a estas preguntas.

R. GARANDA R.

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