LA COLUMNA DE LOS VIERNES
Mil Viernes para lo que no entiendo.
El otro día lo comentaba con
mis amigos del grupo Casabas, mil viernes en esta columna necesitaría si
quisiera hacer un leve comentario de las cosas que no entiendo. Pero cada vez
tengo más ignorancia y menos viernes.
No hay manera de que yo sea
capaz de entender (tal vez me esfuerzo poco) las verdaderas razones por las que
la jerarquía de la iglesia católica se empeña en que, o pensamos como ellos, o
no somos dignos de ser consideradas personas decentes. Sin embargo sí aceptan
nuestro dinero, ¡qué poco orgullo!, tal vez lo compensen imaginándose la cara
de imbéciles que se nos queda cuándo pensamos en ello. Pero a muy pocos, porque
la mayoría de españoles, ésos que votan a quienes les prometen menos impuestos,
no tienen ningún problema, o poco, con que una buena parte de esos impuestos se
dedique a mantener iglesias y curas en lugar de hospitales, escuelas, médicos y
profesores.. Y encima ellos gratis, no tienen que pagar en España por ser
españoles, ni ibi, ni iva. No lo entiendo.
Pero, claro, es que ni
siquiera entiendo qué es lo que hay que hacer para ser español. ¿Nacer, Vivir?
Depende. Unos lo son porque han nacido en Málaga y vienen a las procesiones, aunque
vivan en Miami, otras y otros porque son grandes deportistas aunque paguen sus
impuestos en Andorra, otros y otras porque son amantes de esa bárbara “fiesta”
de los toros. Pareciera que el perfecto español sería aquel que come torrijas,
va de procesión en Sevilla o Zamora, defiende la “fiesta” de los toros y tiene
su dinero en Suiza. Así que a mí, como no me salven las torrijas, no me libra
nadie. Apátrida, como tantos ignorantes que nacemos, vivimos y pagamos nuestros
impuestos en España.
No entenderé nunca que la
gente se queje de una multa de tráfico por exceso de velocidad u otra
infracción de tráfico. No sé por qué yo tengo que ir a un máximo de 120 y no
puedo adelantar por la derecha y los que me adelantan a mí se quejan de que las
multas son un afán recaudatorio del gobierno de turno. Me consuela pensar que yo voy a ser menos
cómplice que ellos de los accidentes, de los heridos, de los que mueren. Me
consuela a medias, en realidad lo que me permite la sonrisa es pensar que esas
multas que pagan es el único impuesto realmente voluntario. Me encanta, aunque
no lo acabe de entender.
Tampoco nunca comprendí que
quienes pierden sus condiciones laborales, económicas, de salud, de educación
para sus hijos, etc…apoyen, defiendan y voten a quienes, con sus egoístas
decisiones de élite, han provocado tales desastres. Mucho menos puedo entender
que quienes han luchado, a un máximo nivel contra estas decisiones, termine
siendo amigo de quien las tomó. No puedo entender una comprensión personal
entre quienes tuvieron responsabilidades sindicales y quienes defienden la
desaparición de los sindicatos como mal endémico. Ni la comprensión personal,
ni mucho menos la ideológica.
Total, que no entiendo a quienes siguen defendiendo que con la edad
se avanza en conocimientos y en el entendimiento de las cosas. Éste es un mito
del que gustan presumir mis coetáneos. Creo que la única ventaja que tenemos es
nuestra experiencia para disimular nuestra ignorancia.
O no, yo que sé….
Ricardo Garanda Rojas.
(@rgarciaaranda)