Una idea anda suelta
por
los pasillos
del
templo que las almacena
pidiendo
socorro
para
buscar su espacio
lejos
del silencio que las condena
…/…
Cuándo se va por
primera vez a un Congreso clásico, de algún partido político, un sindicato o
cualquier otra organización social, resultan raras muchas cosas. No es la vida
cotidiana mismamente, en todo caso una concentración, una esencia en frasco
pequeño de nuestros comportamientos normales de los días normales. Y eso
resulta a veces un tanto extraño.
En el libro de Relatos
“Pesadilla en Zocodover” (terminará siendo una verdadera pesadilla el propio
título) nos vamos a ir de Congreso en uno de sus capítulos. Nos vamos a situar,
por primera vez en la vida, en un Congreso estándar, al uso, de los que están
acostumbrados quienes están acostumbrados a asistir a este tipo de eventos,
esos que se mueven como pez en el agua en “el Plenario” “las comisiones”, “las
delegaciones” etc…Para los demás, es decir, para quienes asisten a su primer
Congreso ya les hubiera venido bien que alguien les hubiese facilitado un libro
de instrucciones.