Ricardo GAranda (@rgarciaaranda)
Hoy por fin conocí al
pescador que habla con los peces y solo atrapa en sus redes a los que
consideran que han vivido suficiente.
Me habían hablado de él
en muchas ocasiones y yo no sabía interpretar esta extraña historia. Ya había
llegado a la conclusión de que era un bulo que por la razón que fuese,
seguramente porque al final en algo hay que creer, había sido aceptado por mucha gente.
Vive y pesca en Vega, hoy
me lo presentaron, había traído el fruto de su marino esfuerzo a la Rula, a la
subasta diaria que le permite llevar el sustento a su familia.
Como conocía su
historia, cuando me lo presentaron me permití hacer una estúpida broma:
--Tus pescados serán los
más viejos del mercado
A lo que respondió:
--Míralos.
Me lo dijo sin
ofenderse, sin darle importancia a mi impertinente comentario.
Balbuceando algún tipo
de disculpa, me acerqué y observé su mercancía. Soy de tierra adentro, no
entiendo nada de pescados, incluso cuando los como me dejo guiar por expertos.
Allí se veían pescados grandes, regulares y pequeños. Yo era incapaz de saber
si el tamaño establecía una relación directa con la edad.
Él observó mi cara
anodina y me reprochó:
--Si ni mirándolos de
cerca eres capaz de saber si son jóvenes o viejos, ¿de dónde sacas la
conclusión de que son los viejos quienes deciden que ya han vivido suficiente?
Y continuó:
--Amigo, cada uno debería
poder elegir cuando inicia y termina su proyecto, sería una señal clara de que vive
con libertad. Los peces lo hacen y me lo dicen. Aquellos que aún tienen
proyectos en marcha cuentan con océanos inmensos para desarrollarlos, no seré
yo quien interrumpa su trayectoria vital. Ellos tienen que terminar lo que
iniciaron. Pero si ya han acabado, ahí estoy yo.
--Lo entiendo, me
parece una filosofía muy loable. Pero ¿Cómo sabe usted la decisión de cada uno?
¿Porque habla con ellos?
--No, porque les escucho.
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