Ricardo Garcia-Aranda
Casabas, 120121
Con la nevada bien
cuajada en los caminos, el tractorista le dice al caminante que si le acercaba
al pueblo. Este, mirando la preciada pala que el tractor lucía en su parte
delantera, le dijo al tractorista que gracias, que ya estaba llegando y no era
necesario, pero que sí vendría bien que se ofreciera para ayudar a la limpieza
de la nieve amontonada en las calles de la población. El tractorista no debió
de encajar bien el educado consejo, porque contestó con desdén que bastante
tenía con lo suyo.
Plena libertad tuvo el
tractorista para ser, primero amable y luego insolidario. Con libertad decidió
en ambas situaciones. Ejerció su derecho.