“La voz que vais a sofocar será más poderosa en el futuro que cuantas palabras pudiera yo decir ahora”, gritó Spies bajo su capucha cuando iba camino de la horca junto a sus tres compañeros, Engel, Parsons y Fisher, el once de Noviembre de 1887 en Chicago. Solo faltaba Linng, que se había suicidado en su celda.
Antes, durante el juicio,
August Vicent Theodore Spies ya había dicho: “Honorable juez, mi defensa es su propia acusación, mis pretendidos crímenes
son su historia”.
En los primeros días de
mayo del año anterior, Fisher terminaba una octavilla diciendo:
“¡Secad vuestras lágrimas, los que
sufrís!
¡Tened coraje, esclavos! ¡Levantaos!”
El día anterior, en una confrontación entre huelguistas y esquiroles,
la policía había abierto fuego real de manera indiscriminada y murieron en el
sitio varios trabajadores, cayendo heridos otros muchos.
Los trabajadores de Chicago luchaban por conseguir que se cumpliera la
ley que limitaba la jornada laboral a 8 horas. Murieron muchos en Haymarket Square y otros un año después en el
cadalso, tras una pantomima de juicio jaleado por la prensa amarilla.
Es el origen de las reivindicaciones laborales del 1º de Mayo.
«Intento comunicar,
pero nadie contesta. Deben estar en la iglesia peleándose como leones. ¡J-3
para J-1! ¡J-3 para J-1! Manden fuerza para aquí. Ya hemos disparado más de dos
mil tiros. ¿Cómo está por ahí el asunto? Te puedes figurar, después de tirar más
de mil tiros y romper la iglesia de San Francisco. Te puedes imaginar cómo está
la calle y cómo está todo. ¡Muchas gracias, eh! ¡Buen servicio! Dile a Salinas,
que hemos contribuido a la paliza más grande de la historia. Aquí ha
habido una masacre. Cambio. De acuerdo, de acuerdo. Pero de verdad una
masacre».
En 1976, a las cinco y diez del 3 de marzo, 4000 trabajadores y
trabajadoras del barrio de Zaramaga, de Vitoria, estaban reunidos en asamblea
en la iglesia de San Francisco de Asis, pensando que los muros eclesiásticos
les protegerían de la dictadura aún vigente, aunque el Dictador ya había
desaparecido.
¡A por ellos!
La
Policía Armada lanzó gases lacrimógenos dentro del recinto y, según salían los
trabajadores y las trabajadoras a la calle, respirando mal y sin visión, les
dispararon. Murieron cinco personas y se contaron ciento cincuenta heridos.
Cinco fusilados en Vitoria, como los cinco ahorcados de Chicago. Estos con un
juicio falso, los españoles sin ni siquiera juicio.
Pedro María de 27 años, trabajador de
Forjas Alavesas. Francisco de 17 años,
estudiante y operario de panadería, Romualdo de 19 años, José de 32 años,
trabajador de Basa y Bienvenido de 30 años, trabajador de grupos Diferenciales.
Después, en manifestaciones en protesta
por estos hechos, murieron de forma parecida Juan Gabriel, en Tarragona y
Vicente, en Basauri.
Todo quedó impune. Aquí y allí, aunque
aún hay una causa abierta de una jueza argentina por crímenes contra la
humanidad a Rodolfo Martin Villa, uno de los dos ministros a los que se
considera responsable. El otro, Manuel Fraga Iribarne, considerado máximo
responsable, se llevó a la tumba sus posibles culpas.
Estos son dos de los cientos de
acontecimientos represivos que trascurren a lo largo de la historia y de todos
los rincones del mundo. Y hablo en presente, no en pasado, porque la clase
trabajadora tiene que seguir luchando y, a buen seguro, tendrá que seguir haciéndolo
en el futuro, no solo para seguir ganando derechos, sino también, y esto es más
cruel, para conservar los conseguidos en unas luchas marcadas por historias
represoras parecidas a estas dos que hoy yo cuento.
El empresariado nunca regaló ni regalará
estos derechos a trabajadores que no luchen por ellos. En el mundo entero
celebramos de nuevo, en unos días, la festividad del 1º de Mayo. Es una fecha
de reivindicación y de recuerdo a quienes se fueron quedando por el camino. En
España toca volver a reivindicar, entre otras cosas, salarios: mientras que sus
subidas estén por debajo de los aumentos del IPC, el poder adquisitivo seguirá
bajando. Se daña así mucho a los trabajadores y las trabajadoras que son la
columna vertebral del funcionamiento de la Nación. Y mientras, las grandes
empresas, muy bien respaldadas en el discurso de los partidos de derechas,
ganando cada vez más, y las no tan grandes, igualmente respaldadas, haciendo
caja a costa de restringir salarios, aunque aumente la producción.
¡¡Viva el 1º de Mayo y la lucha de la
clase trabajadora!!