Ricardo Garanda. (@rgarciaaranda)
Sois capaces de imaginaros que un día os levantáis,
pasáis por la plaza de Sant Jaume, de Barcelona, o por la del Pilar de Zaragoza
o Ciudad Real, o por esa otra Redonda de Valencia, La Alameda de Sevilla,
Maiona de Bilbao o la Puerta del Sol de Madrid y os la encontráis llena de
migrantes, pero llena, llena de verdad, muchos miles, cientos de miles de
exiliados, hombres mujeres y niños allí, mirándote según pasas, esperando que
alguien diga algo, que alguien proponga alguna solución a su parálisis vital.
Esperando que alguien como tú les mire a los ojos y diga alguna cosa que les
anime a pensar que sus vidas pueden ser posibles algún día. Porque ahora ellos saben que no lo
son.
Huyeron de sus guerras y de sus miserias y quedaron
varados en el lodo de la civilización occidental. Son personas, pero no las
podemos atender, no nos sobra de nuestros lujos como para sacrificarnos por
ellos, por ellas. Y los tenemos enjaulados, esperando a no sé qué. Tal vez a que
su guerra se acabe y puedan volver. O tal vez a que haya otra con nuevas y más
grandes atroces locuras que tape las actuales.
Insisto, ¿os imagináis que en lugar de verlos, lo
poco que les sacan, a través del televisor, malviviendo en eso que llamamos
“campos de refugiados”, los viésemos un día en nuestras plazas. Suplicantes,
desesperados, sin fuerzas siquiera para exigir sus derechos como seres humanos?
¿Sois capaces de imaginaros tal cosa?. Venga, esforzaos, a cosas más difíciles
os habéis atrevido en vuestra imaginación ¿o no?.
Pues eso ocurrió en la plaza de Zocodover de Toledo.
Y nadie lo ha contado. No hay imágenes, no hay información escrita, no hay
sonido. Por supuesto no hay informes oficiales y los pocos testigos guardan
silencio. Pero esto ocurrió allí. Una mañana apareció la plaza de Zocodover de
Toledo absolutamente llena de gentes de otros mundos, de otras guerras, de
otras miserias. Y llenaban la plaza y la cuesta de Carlos V hasta más allá del
Alcázar, y la calle Ancha, y no podían entrar más por el Arco de la Sangre
porque la calle Cervantes estaba a tope.
Eso ocurrió en Toledo y yo lo cuento. Pesadilla en
Zocodover será el título del libro porque esa es la historia que cuenta.
Yo lo he escrito, pero no puedo leerlo por cada uno
de vosotros, por cada una de vosotras. Lo normal es que penséis que esto es
imposible que ocurra, que los “extranjeros” están todos a buen recaudo en las
fronteras, vigilados por los oportunos ejércitos. Yo os digo que ocurrió en
Toledo. ¿Y si fuera verdad?, ¿Y si aún no lo ha sido pero puede serlo en
cualquier momento?. Dadme unos días y salimos de dudas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario