LA COLUMNA DE LOS VIERNES
La Huelga no es un Delito
#HuelgaNoEsDelito
En un cambio biológico de ciclo entre viejos luchadores y
jóvenes descontentos, una de las cuestiones que los primeros han tenido que
aprender con éste Gobierno del Partido Popular es que ninguna conquista de los
trabajadores, ningún progreso en libertades y en derechos, ningún avance social
está consolidado. La lucha por conseguir una vida digna tiene que ser,
necesaria y continuamente reactivada.
En la empresa y en la función pública no es posible la
defensa de los derechos laborales si no se cuenta con el derecho a huelga. Los
empresarios lo saben, por esto y cuestiones parecidas, es por lo que necesitan
que gobiernen los suyos.
Nada, por tanto, parece casual. Que un elevado número de
fiscales en muchas partes del territorio nacional, al mismo tiempo, se dediquen
a pedir años de cárcel para participantes en piquetes informativos de huelga,
no puede ser casual. Hay directrices de quienes creen que les corresponde.
Hay un ataque bien diseñado en el despacho de un ministro,
en el del presidente del gobierno o en algún otro externo a los espacios
gubernamentales propiamente dicho. En cualquier caso, sea cuál sea el origen
primario de la ofensiva, parece que hay parte del camino perfectamente
identificado: Ministerio de Justicia, Fiscalía General, fiscales….
El Objetivo también parece evidente, el miedo de los
trabajadores a participar activamente en huelgas y movilizaciones. Por si hay
dudas, se provocan situaciones de enfrentamiento y violencias, como parece que
ha ocurrido en varias de las situaciones. Otra vez el antiguo miedo…
Lo que no está claro es qué tipo de reflexión les ha hecho
concluir a éstos represores (es el nombre de quienes reprimen con la fuerza y
el miedo), que los cientos de miles de sindicalistas, viejos luchadores y jóvenes
descontentos, se van a asustar hasta el punto de quedarse quietecitos y
calladitos ante tremenda agresión. Tal vez estén confundiendo sentido de la
responsabilidad con sumisión, y ése puede ser un error peligroso.
No es nada complicado augurar confrontaciones importantes si
no se busca una solución razonable a ésta cuestión. Pero además, entre éste
asunto y la barbaridad de la ley anti-aborto, empiezan a verse movilizaciones
de apoyo en distintos puntos de Europa, como antes del diluvio…
Una huelga es, por definición, un acto conflictivo, no
exento de tensión y presión: el empresario siente la presión en la falta de
producción, los trabajadores en huelga se saben la parte más débil y tienen la
presión de lo que pueden perder. Saben
que la Unidad es su única fuerza. Las autoridades tienen que garantizar la
libertad de los trabajadores. Pero ¿Lo hace? ¿Cumplen con su obligación la
policía y los fiscales garantizando a los trabajadores su derecho a huelga ante
las presiones del empresario? Es evidente que no, y esto no parece importar.
Miles de denuncias por presión y coacción a los trabajadores
y trabajadoras, amenazas de despido, cambios de puesto de trabajo o turno,
rebajas salariales. Servicios mínimos objetivamente abusivos.
El problema no es que una trabajadora tire pintura en una
piscina en el contexto de tensión creada en una huelga, el problema es la huelga
en sí. Es molesta, para empresarios y para gobiernos.
La libertad para exigir derechos siempre molesta a los
poderosos. Alguna vez ésta democracia madurará hasta el punto de que la derecha
social y el gobierno de turno, cualquier gobierno, entiendan que no debe ser
así. Ahora lo que tenemos es un gobierno luchando contra los derechos de los
trabajadores y, mientras esto sea así, la respuesta de éstos no puede ser
débil.
Se están perdiendo demasiados derechos, no se pueden perder
los instrumentos imprescindibles para volver a recuperarlos.
Ricardo Garanda Rojas
(@rgarciaaranda)
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