Hoy
voy a escribir forzado, por mantener la costumbre de escribir la columna todos
los viernes, pero hoy no le veo demasiado sentido. Porque de ninguna manera soy
capaz de escoger un tema distinto al del drama inconcebible de los movimientos
migratorios que se están produciendo en pleno corazón de la cultura occidental.
No
soy capaz de hablar de otro tema y con éste siento una inmensa impotencia. Sólo
puedo hacer lo que la mayoría de vosotros, expresar mi enorme cabreo y
constatar, una vez más, la incapacidad que tenemos para entender nuestros
propios discursos.
Elvira
Lindo dice que no se fía de la manipularidad de las imágenes, que prefiere las
palabras. Pero puestos a engañarnos unos a otros y a nosotros mismos, las
palabras son un instrumento perfecto. Por eso no entendemos nuestros propios
discursos, porque son falsos, porque tenemos la debilidad de expresar nuestros
más humanitarios sentimientos, pero la “dureza” de la vida se impone y nuestro
egoísmo tiene un esqueleto fuerte y poderoso.
Los
Gobiernos de Europa están atascados, no quieren asumir grandes compromisos
convencidos de que con ese freno echado representan fielmente la opinión de la
mayoría de sus representados. Y tal vez tengan razón, yo me temo que tienen
razón.
Y es porque
me temo que el movimiento ciudadano de Islandia ofreciendo acogidas muy por
encima de lo que su gobierno había comprometido, es numéricamente mucho menor
que el de los ciudadanos y ciudadanas de ése País que comprenden y asumen el
tacaño ofrecimiento de ése gobierno.
Fotografía de J.L. Romero |
¿Cuánta gente de verdad está dispuesta en España, no sólo a que se acoja un importante número de familias de las que vienen huyendo de las guerras y las miserias, sino aceptar que compitan con nosotros en la lucha por los escasos huecos en el mercado de trabajo y participen de los gastos de la sanidad, la educación y las infraestructuras públicas sin haber colaborado en los ingresos? El problema de fondo no es que el Gobierno sea cicatero en su compromiso, sino que demasiada gente puede asumir la corrección de ésa mezquindad.
Las
imágenes desgarran. Ese niño…
Pero
además el problema es mucho mayor de lo que vemos, y de más calado. Solventar
esta situación coyuntural es cuestión de compromisos gubernamentales y dinero, pero
arreglarlo en origen es ya un problema sistémico. Los egoísmos de los grandes
poderes han aprovechado históricamente las confusiones sociales y religiosas de
ciertas zonas del Mundo. Las grandes necesidades del Sistema así lo exigían.
Esa desgarradora imagen del niño en la playa ¿no os recuerda a otros niños de
otras playas, de otras arenas?
Los
que han provocado todo esto no lloran. Ellos seguirán dominando el Mundo desde
la fiesta y nosotros seguiremos lamentándonos y llorando…
...de vez en cuando.
...de vez en cuando.
No
debiera haber empezado, hoy no tenía yo ganas de hablar de esto, de hablar de
nada.
Ricardo Garanda
Rojas (rgarciaaranda)
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