Hoy llora el cuarzo de este atrio granítico de la
iglesia de Casalgordo. Hasta aquí ha llegado la noticia, quise creer que era
una broma provocada por las jugarretas del aire, que a veces juega con los
sonidos y lleva algunos erróneos donde no debe. Pero no, la noticia ha resultado cierta:
Patxi Andión ha muerto esta mañana. Otro. Maldita carretera.
Eres
como la mar, le decía a su padre, llevas en la cabeza brisas ligeras…Eres como
el cantar del campesino...Eres como un dolor mal repartido… Compañero del sol,
fiel compañero…No quisiste jamás salvarte solo…
Siempre me gustó a mi Patxi Andion. En la edad de
los ídolos, él era uno de los míos, pero no ha dejado de serlo. En “La hora lobicán”, su ya último disco,
hay un pacto no escrito entre él, creador, y yo, disfrutador. Ambos nos hemos
ido aviejando, pero sigue diciendo cosas que me gustan: En medio de aquella clandestinidad siempre hubo un hueco para amar…
Ahora también, Patxi. Seguimos teniendo pensamientos clandestinos que la
libertad no incluye en sus protocolos, pero nadie puede impedir que amemos.
Como entonces.
Una,
dos y tres…el rastro de esta sociedad, de esta vida que tú
acabas de abandonar. Pero no faltará en Cascorro un puesto dónde sigan estando
tus canciones, tus poemas con música. Es la ventaja de creer y crear, que se
puede ir el cuerpo, supongo que también el espíritu, aunque ni tú ni yo sabemos
muy bien qué es eso. Pero tu trabajo, si fue bueno, si gustó, sigue aquí, vivo,
dando vida al creador. Dándote vida.
Que
nadie levante un vaso, que nadie se atreva a hablar…ha
muerto un poeta… con toda la mar detrás…con
toda la vida detrás.
Canta Patxi, di tus cosas a quien corresponda.
P.D.-
En un rincón de su Cantábrico escribí hace un año estos versos. Me parece que sirven para mi minúsculo homenaje. A tu memoria, poeta Patxi.
Hoy la Mar estaba rota
Fotografía de Jonhatan Gómez |
Hoy
la mar estaba rota
con
ese ruido de gritos y lamentos
expresando
pesadillas,
dolores
viejos,
macerados
de antiguo a fuego lento.
Apenas
hoy la mar
aguantaba
el choque del viento
que
va partiendo su muro,
arrojando
su fuerza contra las rocas
que
piso en silencio.
Cuando
la mar se rompe como hoy
se
parece a mi lisérgico espíritu
que
expongo, ofrezco y doy
aún
y por siempre inmaduro
con
la esperanza inútil
de
unir mis piezas
mientras
su fuerza separa
las
de esta mar rota que soy
y
me devuelve, otra vez,
su
imagen y mis duelos
que
ningún sueño repara.
Ricardo GAranda.
071218
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