Cuando a Joan Manuel Serrat le otorgaron ayer, 23 de marzo, el premio en homenaje a los fallecidos y heridos en el atentado del despacho de Atocha, el cantante terminó su breve intervención de agradecimiento diciendo: “Cuándo me dais este premio es porque me reconocéis como uno de los vuestros. Gracias”
Los “vuestros”, a los que
se refiere Serrat, son muchos miles de hombres y mujeres que han luchado y
siguen haciéndolo, en esta sociedad. por defender la libertad, la igualdad, la
justicia y la dignidad humana, entre humanos.
Los “vuestros”, a los que
se refiere Serrat, son las gentes que han levantado la paz de este país sin
dejar que se olviden a aquellos compañeros y a aquellas compañeras que murieron,
víctima de una violencia de la mano de quienes no querían que nada cambiara
porque les preocupaba la posible pérdida de sus privilegios.
Joan Manuel Serrat ha
luchado toda su vida con el instrumento que domina: la música, cantar. Cantar
por todos los rincones, sus poesías y las poesías de otros, de Machado, de
Hernández. Llegó a estar vetado por el régimen y sus medios durante cinco años por
defender su lengua y tuvo que exiliarse a México por su defensa de la justicia
y la libertad.
Cantar, y además cantar
bien, en castellano y en catalán: la lucha de los trabajadores, de la gente más
débil, se hace a través de cualquier idioma, Serrat sabe que con la música, la
poesía y mirándonos a los ojos en cualquier idioma nos entendemos.
En 1977, un grupo de
fascistas, con pistola en mano entró en un despacho de abogados laboralistas
que trabajaban y luchaban todos los días para defender los derechos de las
trabajadoras y los trabajadores de este país, y les dispararon, cinco murieron:
Enrique Valdevira Ibañez, Luis Javier Benavides Orgaz, Francisco Javier
Sauquillo, Serafin Holgado y Angel Rodriguez Leal y otros quedaron heridos:
Miguel Sarabia Gil, Alejandro Ruiz –Huerta, Luis Ramos Pardo y Lola González
Ruiz, y nos lo contaron.
¿Hay que olvidar estas
cosas? Yo creo que nunca. Y lo cree
alguien que estuvo en la fachada de Atocha 55, en Madrid, el día siguiente de
este atentado. Allí no pedimos venganza, pedimos justicia y futuro. Y en el impresionante
entierro de días después, guardamos silencio. Un inmenso silencio. Un millón de
personas en silencio. Queríamos justicia y futuro.
Ni habrá fascistas ahora que
puedan tapar aquello como si no hubiese ocurrido, ni habrá nuevas militancias
de la izquierda que pretendan decirnos que teníamos que haber dado más, que nos
quedamos cortos. Los abogados de Atocha dieron su vida por la lucha para cerrar
la dictadura y abrir la democracia. Y hubo muchos más que cayeron, muchos y
muchas más.
Las CC.OO. de Castilla la
Mancha mantienen la llama viva año tras año. Ayer se unió al inmenso grupo que
sujeta la antorcha, Joan Manuel Serrat, que, con toda su apabullante modestia
dijo algo como que “luchar por la libertad, la igualdad y la dignidad ha sido
(y es) actuar en defensa propia”
Nuestra libertad, nuestra
igualdad, nuestra dignidad…si no la defendemos nosotros ¿Qué esperamos? En el
pasado, también ahora y, claro está, en el futuro que a cada uno y a cada una
nos quede.
No había muchos jóvenes
en el acto, ¡qué pena! ¿Qué les estamos contando? Estaba mi hija, y los hijos
de algunos otros, pero pocos y pocas. ¿Qué no les estamos contando?
Me toca ya callar por hoy,
pero espero que muchas y muchos sigamos estando ahí, con CC.OO., con Antonio
Arrogante, con Joan Manuel Serrat, con el gobierno de Castilla la Mancha, con
el Gobierno del País. El pasado no fue tan fácil como algunos y algunas creen y
pretenden hacérnoslo creer. Como dijo Nicolás Sartorius el otro día en TVE: “El
régimen franquista no murió con Franco, después de noviembre del 75 hubo que
seguir combatiéndolo. Nadie nos regaló nada”.
Que no os engañen.
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