LA COLUMNA DE LOS VIERNES
Dos HURRAS desde Argentina
Primer hic, hic, hic, por el “Papa de la Frontera”.
Si creemos a este hombre, Jorge Mario Bergoglio (argentino
él), algo nuevo se mueve en las, hasta ahora, inamovibles cavernas de las
ortodoxias católicas. Yo a este hombre le entiendo, y os aseguro que hace
mucho, pero que mucho tiempo, que no entiendo lo que dice un cura. Nunca jamás
había yo entendido lo que han dicho los Papas. Y ya está bien que se le
entienda, por lo que nos afecta en su representación.
No quiere laboratorio, no quiere teorías y posturas
paralizantes. Quiere realidad, afrontar el sufrimiento, quiere una Iglesia
currando en la frontera, allá dónde el ser humano necesita de verdad ayuda.
Y ahora ¿qué van a hacer los roucos?. Les acaba de decir que
dejen de perder el tiempo en convocar manifestaciones contra el aborto, que
dejen de despistarse con diatribas sobre anticonceptivos y divorcios, y que se
dediquen a ser “hospital de campaña” para curar de urgencia los verdaderos
males que preocupan, obsesionan y enferman al ser humano.
No sé lo que harán,
me temo que no están preparados para estos nuevos aires. Pero, a pesar
de ello, si creemos a este hombre puede que, a la postre, esto de la Iglesia
sirva para algo.
El otro ¡hurra! Ha de ir dedicado a la jueza Maria
Servini de Cubría (tambien argentina)., que ha dictado orden de detención
contra J.A. González Pacheco, J.I. Giralte González y J. Muñecas Aguilar,
imputando también a C. Galvan, ya
fallecido. Todos ellos acusados de crímenes de lesa humanidad por las torturas
que ejecutaron o dirigieron durante el franquismo.
Es una gran vergüenza que estos personajes no hayan sido aún
juzgados en España por el daño que hicieron.
Es un verdadero drama que, en lugar de ello, se persiguiera al Juez
Garzón por tratar de investigar.
Para curar heridas lo peor es olvidarse de ellas,
abandonarlas. Así no se curan, así se infectan. Para curar heridas hay que
abrirlas, con cariño y delicadeza, limpiarlas, desinfectarlas y sólo después de
coserlas podremos intentar olvidarlas.
Aqui, aún, hay mucha derecha
con anclajes sentimentales o familiares en el franquismo que sigue
teniendo muy mala conciencia, o ni siquiera eso. Y la asignatura del perdón
sigue estando pendiente. Les da pavor aceptar las cosas que aquí ocurrieron “en
nombre de la patria” .
Algunas víctimas han acudido a la justicia argentina porque
aquí no hay espacio. Una Jueza de allí les ha escuchado. O dejamos que los juzguen alli, o les
juzgamos aquí. La opción de que estos personajes sigan sin ser juzgados no debiera ser una
opción en esta España de hoy. Salvo que en este tema de las torturas no seamos
un Pais de Hoy.
Ricardo Garanda Rojas.
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