LA COLUMNA DE LOS VIERNES
La Ética Subjetiva.
El asesinato de Isabel Carrasco, presidenta de la diputación
leonesa, está abriendo muchos frentes de reflexión sobre posicionamientos
éticos. Y cuándo esto ocurre, parece que inevitablemente, hay problemas de arbitraje
objetivo. La Ética es una palabra conceptual que nos indica posiciones
elevadas, por encima de los criterios de los falibles seres humanos. Pero
cuándo tenemos que aplicarla a hechos concretos, a circunstancias adjetivables,
la objetividad del “gran concepto” desaparece. Entramos en la Subjetividad de la Ética.
Con el dramático acontecimiento del que hemos tenido
noticias y utilizamos aquí de referencia, preocupa mucho la Ética de la Expresión: tertulianos y editorialistas
apuntando que este asesinato es consecuencia más o menos directa de la tensión
social, de las protestas, de los escraches… y opiniones en redes sociales
haciendo un simple análisis de causa y efecto, en algunos casos llegando a
justificar que tal cosa haya sucedido o que, en no sé qué grado, la víctima se
lo podría merecer. “Eso no se puede decir”,
es la expresión más popular ante éstas intencionadas conclusiones. Es menos
común que alguien diga “Eso no se puede
pensar”
Entonces, ¿Es lícito, éticamente hablando, pensarlo, siempre
y cuando no lo exterioricemos? La
respuesta a ésta pregunta ya habrá que buscarla en la Ética del Pensamiento. Esa parte de nuestra intelectualidad que
revela nuestros verdaderos principios y convicciones, previa a la de la
Expresión. Pero claro, es nuestra ética interna, secreta, mientras no la
expresemos no tenemos que rendir cuentas a nadie. ¡Cómo si no importara tener
que rendirlas ante nosotros mismos! La
conciencia invalidada. Somos de la cultura judeo-cristiana de “que tu mano derecha no sepa lo que hace la
izquierda”.
Asumir que es la Ética
de la Expresión la única que debe pasar filtros es tanto como no
preocuparnos en absoluto en qué nivel intelectual y humano estamos cada uno y
cada una. Y eso puede ayudar muy poco para la mejora de la convivencia entre
distintos. Tal vez sea ésta una de las razones por la que históricamente esta
Convivencia esté atascada.
En el espacio del pensamiento, somos árbitros cada uno de lo
nuestro, mientras que en el de la expresión surgen arbitrajes por todas partes,
capacitados o no, deseados o no. Y nunca sabemos lo que estos jueces piensan,
sí lo que dicen. Y les oímos decidir dónde tendrían que estar las líneas éticas
que nosotros no deberíamos traspasar en “nuestras expresiones”. Y lo hacen, ¿cómo
no?, desde su propio concepto de Ética, obviamente subjetiva. Y reprenden todo
aquello que valoren fuera de la línea que entienden como límite. Línea ésta
que, por cierto, suele estar demarcando lo que les ofende a ellos, no lo que
ofende a los demás.
Tenemos un caso ahora muy clarificador: El sentido ético del
Ministro del Interior le sitúa amenazando con reprimir ciertas manifestaciones
en las Redes en relación con el asesinato de Isabel Carrasco. Pero hace mucho
tiempo que viene conociendo otras, realizadas en el mismo soporte, de grupos
fascistas amenazando con matar rojos y mofándose de los que aún están
enterrados en las cunetas. No sabemos lo que le indicará al señor ministro su Ética del Pensamiento.
Sé lo que me indica la mía y por eso me refugio en mi ética
de expresión para decir que lamento éste asesinato al mismo nivel que lamento
todos los que se están produciendo día a día. Para decir que me cabrean ésos
imbéciles tertulianos y editorialistas que quieren utilizar esta situación para
defender más recortes en la libertad de expresión. Para decir que me repugna
quien en su ética de la expresión no pone el límite en la no justificación de
cualquier asesinato, tortura o malos tratos. Y para decir que un Gobernante, en
democracia, tiene que escandalizarse tanto de lo que ocurre a medio metro suyo como
a una milla de él.
La ética de mi Pensamiento me la sigo guardado para mí. Pero
sí os digo que pienso que aquí fallan muchas cosas, y no me parece que vayamos
a mejor…
@rgarciaaranda
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