@romerojl |
Un día de elecciones te levantas de
otra manera, tranquilo, sin prisas, sabes que tienes todo el día. Una ducha, el
desayuno y a la calle. Comprar el periódico para disfrutar del suplemento,
porque otra cosa…
Despacio, saboreando el hecho central
del día, como si quisiéramos quedarnos con él para poder repetirlo al día
siguiente.
Llegas al Colegio, ya sabes cuál es
tu Mesa, pero te gusta mirarte en el listado, confirmar que formas parte de
esto. Despacio, buscando caras conocidas que seguro encuentras. Sonriendo y
saludando.
Llevas ya las papeletas de las
candidaturas desde tu casa, pero no puedes impedir echar un vistazo a los
montones, supongo que para confirmar que tu opción está ahí, existe.
Sonriendo y saludando también a los
miembros de la mesa, conoces a algún interventor y piensas que si le saludas
mucho la gente sabrá a quien votas, como si en ese momento a alguien le
importara, como si te importara a ti que le importe a alguien.
Sobre, DNI, fulanito de tal, vota. Ya
está. Qué corto, hay que despedirse y abandonar ese extraordinario sitio de pie
delante de la urna. Un momento de tanto
poder y no dura nada, un “sinoes”, que lástima.
A la calle, ¿una cervecita? Claro,
como no, vamos a celebrar que acabamos de votar.
Y ya el día empieza a hacerse largo,
muy largo. En las televisiones no hacen más que repetir anécdotas e imágenes de
los candidatos y las candidatas votando y diciendo lo mismo: “es la fiesta de
la democracia y pido a todo el mundo que venga a votar”. Más de uno y una con
la boquita muy chica, a ver si ahora le van a hacer caso y vienen y votan…
Ni el fútbol acorta la jornada. ¡Lo
que tarda el reloj en llegar a las 8 de la tarde!: encuestas a pie de urna. Tal
vez las hayan confeccionado un par de días antes. De todas formas, ahí están,
marcando una primera posición de referencia para ir notando tu propia evolución
hacia el cabreo o la algarabía. La tuya y la de los demás.
En dos o tres horas ya vas teniendo
datos importantes, de tu comunidad, CLM,
de tu ayuntamiento, Toledo, de tu pueblo, Sonseca. De otras comunidades,
de Madrid, Valencia, de otros ayuntamientos, de Madrid. Empiezan las
matemáticas.
Alianzas, sumas y restas. Los
programas completos se exigen a quien saca mayoría absoluta, pero esta vez,
absolutas pocas.
Alianzas, pactos. El que se quede
fuera podrá aplicar cantidad cero de su programa por mucho que lo exija desde
su minoritario espacio.
Los que se pongan de acuerdo si, ésos
sí podrán intentar aplicar la alícuota parte de su programa que se corresponda
con el peso electoral conseguido aplicado a la nueva suma de los que pactan.
Matemática pura aplicada a la representación democrática, lo demás son
supuestos imaginativos, ensoñaciones.
Y así un nuevo futuro se puede abrir.
Tal vez, o tal vez no. Quizás muy diferente, quizás muy parecido al deprimente
presente que nos acogota.
Si los resultados permiten dar un
vuelco pasaremos al momento de gestionar los resultados, de buscar el cambio
real en esos acuerdos parciales o de gobierno. Puede ser que la prepotencia y
la bisoñez sean obstáculos insalvables y nos estemos lamentando mil años.
O Puede ser que la inteligencia y la
responsabilidad de las direcciones de los partidos permitan que a partir del
día después al del momento grandioso de estar frente a la urna mágica se abran
nuevos horizontes para la clase trabajadora de éste país.
Ya va estando bien, toquemos madera.
Ricardo Garanda Rojas
(@rgarciaaranda)
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