Ricardo Garanda Rojas (@rgarciaaranda)
Este
Partido Popular no puede gobernar.
Y
en mi aseveración ahora no influye que no goce de mis simpatías ideológicas, ni
que considere muy negativas las consecuencias que sus políticas están teniendo
sobre las clases trabajadoras de este país. Esos argumentos son los que me
hacen no votar por ellos, pero ahora estamos hablando de otras cosas.
El
Partido Popular es una organización sobre la que pesan claros indicios y
acusaciones jurídicas de actuaciones claramente ilegales, prohibidas por la
legislación española.
Y
además hay cientos de responsables políticos de éste Partido que están
acusados, implicados y condenados por diversas actuaciones ilegales, muchas de
ellas con un objetivo claro de beneficio propio en perjuicio de la sociedad que
se supone representan.
El
Partido Popular mancha la pureza de una sociedad democrática. No debiera ser ni
consentible ni asumible. Y no lo debiera ser porque éticamente, al menos a mi me lo
parece, es totalmente incompatible con la acción de gobernar, de administrar
nuestros bienes, nuestro futuro, de garantizar conceptos tan democráticos como
la igualdad ante la ley y ante los demás, la libertad de pensamiento y
expresión, la seguridad ante quienes pretenden que todo esto sea de otra manera. De garantizar los niveles necesarios de
cuidados sanitarios, educativos, de protección en nuestros últimos años de vida.
Es incompatible, no es objetivamente fiable éste Partido Popular.
Pero
ellos no asumen ni la más mínima autocrítica, quieren gobernar, quieren ponerse
a España de escudo protector, caiga quien caiga y nos cueste lo que nos cueste.
Por tanto la responsabilidad recae en el resto de la representación
parlamentaria. Esa representación de variadas ideologías, de distintos
objetivos políticos, todos ellos democráticamente válidos, representación
también de muy distintos ámbitos geográficos. Todos ellos tendrían que tener
ahora mismo en sus mesas un mismo punto en común: No dejar el Gobierno de
España en las manos de un Partido acusado claramente de corrupción e ilegalidades de todo
tipo. Sería una grave irresponsabilidad de quienes tal cosa permitan.
Llevamos
varios meses con las matemáticas a cuestas, y con los vetos y con las lágrimas
de cocodrilo de si hay o no hay que repetir las elecciones. España en éstos
momentos lo que necesita es una coalición contra la corrupción para que
volvamos a creer en nosotros mismos y en nuestras posibilidades reales de salir
de éste agujero. El PP desde el poder, no solamente no luchará en ésta línea
sino que continuará trabajando en seguir alimentando una conciencia de los
ciudadanos cada vez más laxa, menos beligerante contra los abusos del poder.
A
estas alturas de la historia ya me sorprende negativamente que esta situación
no se haya solucionado desde el minuto uno en el que existían posibilidades de
hacerlo. Me sorprende muy negativamente que el concepto de la ética política no
figure en un lugar más destacado de los decálogos de cada uno de los partidos.
En
éstos momentos, la necesidad imperiosa no es exactamente que haya gobierno,
cualquier gobierno, si lo es que haya un gobierno “decente”, éticamente fiable
y aceptable.
Neguémonos
a ser cómplices.
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