Que esta sociedad necesita revulsivos que la hagan creer en que se pueden hacer las cosas de otra manera, con honestidad,
atendiendo más a los más débiles y exigiendo más responsabilidad a los que más
pueden, es algo que a muchos no nos cabe la menor duda. Pero además de creer que se necesita tal cosa, es necesario ir poniendo los medios necesarios, abriendo los caminos oportunos
para hacerloposible.
Durante estos cuatro años que han
transcurrido desde que surgió el movimiento que iba a conquistar el cielo, vemos como apenas ha conseguido dirigir
alguna parcela del purgatorio, y eso sin tenerlo muy claro.
Ya en sus primeros tiempos, hace cuatro
días como quien dice, se descubrió que
no bastaba con querer mandar a “la casta” al baúl de los recuerdos, eso dejaba
un panorama de futuro inmediato muy vacío, casi tanto como cuándo decidieron
que para definirse no había que hablar ni de derechas ni de izquierdas, que
esos conceptos estaban ya obsoletos y amortizados.
Todavía no han descubierto, y quienes lo
hicieron quedaron apartados del núcleo de dirección, que aquí no hay suficiente
espacio ni decisión revolucionaria como para poder llegar a controlar el poder
por sí solos y están en el discurso de que “el PSOE no es izquierda” como mensaje-medio para tratar de convencer a quienes se consideren de izquierdas que no pierdan el
tiempo ni el voto, que tienen que votarlos a ellos, que ellos sí que lo son.
Ahora ya sí se definen como un plato definitivo de la balanza
izquierda-derecha.
Me temo, por ellos, que tampoco van a
progresar excesivamente por esta vía. El argumento de “las dos orillas” ya está
muy manido, y los ciudadanos responden una y otra vez que nunca fue verdad,
ahora tampoco, la teoría agresiva de que el PP y el PSOE eran la misma cosa. O
cambian de discurso o el sorpasso seguirá durmiendo en el valle de los sueños
difícilmente alcanzables.
Sería deseable que en lugar de empeñarse
en avanzar en base a consignas, lo hicieran en consecuencia con un discurso
político, con unas líneas estratégicas adaptadas que les permitieran ir
consiguiendo instrumentos de poder para de verdad hacer que esto vaya
cambiando, que se pueda vigilar y evitar desde la administración de lo público
esta sensación, realidad diría yo, de impotencia que tenemos ante los abusos de
poder, bien desde la esfera pública como desde la privada.
No quisieron apoyar a un presidente Socialista
porque a éste, su partido de entonces, no le permitió negociar parcelas de
poder con ellos. Cuándo votaron en contra de la investidura de Rajoy ya era
tarde, se lo habían puesto en bandeja a esa parte del PSOE derechosa y cobarde,
que luego perdería sus primarias y su Congreso.
Ahora, más recientemente, rozando la
celebración de este cuarto aniversario vuelven a sacar la palangana y dónde no
hace mucho se decía que no era un problema de derechas o de izquierdas, ahora,
cuándo lo prioritario es una crisis trasversal sobre la independencia de
Catalunya, deciden que han de ser
consecuentes con su izquierdismo y permiten que los independentistas controlen
la Mesa del Parlament y su presidencia.
Pasados estos cuatro años Podemos se ha
desinflado en parte, tiene diversos escapes por los que se ha ido escapando el
aire necesario para respirar y seguir corriendo. Pero es obvio que nada está
perdido aún, es muy posible que en estos momentos tengan que ocuparse de
replantearse muchas cuestiones, unas que tengan que ver con su definición
ideológica y que la conozcan de verdad sus seguidores, otras que han de
enfocarse en conseguir una organización interna que haga compatible su
confederación de asambleas con una cierta unidad de criterio que les defina
ante los votantes, y por último, una reflexión sería sobre su política de
alianzas. Les guste o no les guste es el PSOE la organización más cercana que
tienen para intentar llegar a un poder que les permita poner sus ideas en
práctica. Es verdad que dentro del PSOE también hay mucho rechazo hacia ellos.
Las bases de ambas organizaciones han de comprender, de una vez, que sin un
acuerdo entre ambos, la derecha tiene el paso expedito.
En cualquier caso, felicidades Podemos,
ni mucho menos es poco lo que habéis conseguido en estos cuatro años, otra cosa
es que tal vez las expectativas eran elevadas en exceso. Os deseo suerte y
avance, para el bien de los que pensamos que al Estado de Bienestar sólo le
salva un pensamiento socialdemócrata, revitalizado y gobernante.
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