Ricardo Garanda Rojas (@rgarciaaranda)
Preguntamos al anti
taurino y la respuesta supone su oposición al maltrato de este animal con el
único fin de la diversión humana.
Preguntamos al defensor
de la tauromaquia y opone su postura planteando que realmente el toro no sufre, y además tiene el animal la
posibilidad de desarrollar su auténtica belleza y bravura y cumplir el único
objetivo para el que ha sido creado.
Aún hay quienes,
intentando situarse en posiciones intermedias plantean que sin gustarles
demasiado “la fiesta” respetan a quienes disfrutan con ella.
Pero a nadie, que yo
sepa, se le ha ocurrido preguntarle al propio protagonista, al Toro. Ya que
atribuimos a este bello animal cualidades humanas, valorando si sufre o no
sufre o si necesita o no cumplir con sus destino, consideremos que es también
un atributo humano el de valorar en un sentido u en otro su vital experiencia.
Y así yo me he inventado
una respuesta que desarrollo en uno de los quince relatos que forman parte del
libro “Pesadilla en Zocodover”. He
realizado mi propio ejercicio de metamorfosis animal, me he cubierto de piel de
toro, he asumido la visión de un toro, he corrido con las patas de un toro y he
intentado buscar la libertad dentro de un coso taurino mientras la gente
parecía disfrutar con ello.
Ilustración de Cecilia Romero |
Obviamente no he sido
imparcial ni neutral. Hace tiempo que sé que es inútil esforzarse en ello más
allá de lo humanamente posible. Pero me encanta polemizar y éste suele ser un
tema recurrente: el del maltrato y muerte de animales con el objetivo de la fiesta,
la diversión, el entretenimiento en la búsqueda de una discutida belleza
artística. Claro que si fuese verdad que el animal no sufre y además está
contentísimo con su suerte, los argumentos en contra se verían francamente
debilitados.
Y me parece un buen
tema de polemizar porque cumple con un requisito especial: Es un asunto
implantado horizontalmente en la sociedad. Es causa de debate y discusión entre
gentes que sobre otros temas pensamos igual o parecido. Y eso suele facilitar el
escenario. Recuerdo perfectamente las
discusiones que yo mantenía con mi amigo Tanis. Quiero recordar que sólo sobre
este asunto discutíamos: éramos del mismo equipo de fútbol, militábamos en la
misma organización, teníamos gustos muy parecidos para disfrutar tanto en la
ciudad como en el campo… Pero discutíamos sobre la bondad o maldad de la fiesta
de la tauromaquia.
Bien, pues desde esa
“no neutralidad” voy diseccionando cada instante de una corrida desde los
toriles hasta el último suspiro, apropiándome de la visión y los sentimientos del animal en “El Toro”·
Si es posible, una
aportación más al debate.
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