Ricardo GAranda 180823
Pero esta sociedad ha ido
evolucionando desde los últimos años setenta. Y hace ya unos años en los que
hemos llegado a un punto en el que ya podemos hablar de tres Españas, en cuanto
a los deseos, proyectos, forma de vivir, forma de pensar y proyección de
futuro. Tres Españas en una, que necesita las suficientes flexibilidades para
no romperse. Porque un País, una Patria se rompe desde la rigidez, nunca desde
la flexibilidad.
Tenemos las dos Españas
clásicas y bien conocidas: una conservadora, con mucho aún de la tradición
franquista, que piensa en la severidad del pasado como forma de garantizar sus
riquezas de presente y futuro, y otra progresista, que trabaja y lucha por la
igualdad de oportunidades, por el sueño de ir mejorando en un ámbito de
verdadera libertad social y personal, para conseguir un mundo mejor, menos
egoísta.
Pero a ellas hay que unir
una tercera España: la periférica, la que defiende sus idiosincrasias
diferenciadas, sus idiomas, sus culturas y sus diferentes formas de ver las
cosas, en el arte, en la economía. Y en esta tercera España hay conservadores y
progresistas, pero la definición principal es la identidad propia, sus raíces.
Sus reivindicaciones, las
de la España periférica, de derechas o de izquierdas, chocan bruscamente contra
el muro de la España conservadora, pero no contra la playa del progresismo.
Es necesario que
entendamos esto para comprender el momento político que vivimos ahora en esta
España Una: ayer, 17 de Agosto, en el Parlamento, en la elección de la Mesa para iniciar la nueva legislatura, se ha consolidado la fusión de dos de estas
Españas, la progresista y la periférica. Y a la otra le cuesta un mundo entenderlo.
No puede, sus rigideces ideológicas no se lo permiten.
Y caen, los partidos de
derechas que representan al colectivo conservador, en unas contradicciones muy
curiosas: yo he leído reflexiones tan profundas como: “Sin Catalunya hubiésemos
ganado”. O sea, que para ganar las elecciones desearían que se apartaran los
que no quieren que se independicen. La única explicación plausible es que les
parece muy mal que intenten irse, pero “echarles” lo mismo no estaría tan mal.
Algo parecido tengo
escuchado varias veces en conversaciones de bar: “los del Barca, los del
Athletic no son españoles”. Los vuelven a expulsar, pero, además, no solo a los
que quieren la independencia, sino a todos. Por si acaso.
Son las tres Españas,
cada una tiene sus reivindicaciones, sus deseos. Hubo unas normas que se
fijaron a fuego, cuando solo eran dos, dentro de la Constitución, y hay otras
normas de distinto rango necesarias, que se crean y tienen que ir creándose en
una sociedad en correcta y necesaria evolución. Por mucho que se empeñen desde
esa derecha para asustar y demonizar a las otras dos Españas, no son las normas
constitucionales las que están en peligro en los acuerdos entre progresistas y
periféricos, pero sí hay que asumir que las nuevas reglas que nos tienen que
ayudar a ser una sociedad libre y en evolución, tienen que irse planteando,
debatiendo, entendiendo y asumiendo colectivamente.
Tengo que repetirme,
España no se rompe desde la flexibilidad, si puede hacerlo desde la rigidez.
Bien rigar
ResponderEliminarMuy interesante y, bajo mi punto de vista, tu reflexión.
ResponderEliminarDigo: acertada tú reflexión.
ResponderEliminarGracias a los (o las) dos.
ResponderEliminarTus reflexiones, fruto de la observación, me parecen muy acertadas pues retratan una realidad que se vive día tras día.
ResponderEliminarMuy buen artículo Ricardo. De acuerdo con tus reflexiones.
ResponderEliminarGracias.
ResponderEliminarY terminará sucediendo, la versión MISERABLE. ¡¡ por egoísmo y táctica politica, LOS ECHARÁN. !! Está en sus genes. !!
ResponderEliminarNo soy anónimo. Albertosi Ramos Hdez.
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