Votar o no Votar, is that the question?
Seguirá sin ser de una nación
la bandera de ésta fotografía. Para alegría de unos y para frustración de
otros.
Desde luego, quienes rodean
ésta bandera no creo que estén muy felices. Brindaron por ella y han perdido.
Es lo que tiene competir.
Ellos y ellas ahora dicen
aquello de que lo importante es participar. Cuántas veces habremos oído y dicho
esto, probablemente las mismas que hemos pensado que uno quiere competir para
ganar, porque participar y perder tiene muy poquita gracia. Ninguna.
Por eso, el ministro
principal de Escocia, Mister Salmond, ha dimitido, es posible que dando saltos
de alegría por haber votado, pero se va a su casita. Es lo que tiene votar y perder,
que dimites contento. ¿Habrán enviado los y las componentes de la foto un
mensaje de apoyo a Salmond consolándole con el principio inalienable de que “lo
importante es participar”?
Ya aquí, en nuestra casa, algunos
pensamos que el voto, en sí mismo, no es la esencia de la democracia. Al menos no
el voto sobre cualquier cuestión y circunstancia. Más esencial parece el
intento de consecución universal de los derechos igualatorios. Igualdad en el
terreno laboral y en cualquier espacio social: igualdad sea cual sea la
condición de raza, de género, de nivel económico. Igualdad entre individuos,
entre colectivos, entre pueblos…
Por tanto, algunos pensamos
que el objetivo de “soy más rico que
ellos, y quiero mi dinero para vivir mejor que ellos”, parece poco
democrático, por mucho que se votase para intentar conseguirlo.
Algunos pensamos que
democracia es regulación social, y el voto no es un fin en sí mismo, es un
medio que ha de ser regulado. ¿O vamos a defender que sería democrático, en
estos momentos, votar sobre la pena de muerte o la expulsión de los emigrantes?
Algunos pensamos que es la ley democrática la que tiene que indicar cuándo y
sobre qué hay que votar. Luego queda el derecho humano a la rebelión, pero esto
ya sería otro tema.
Aunque también algunos
pensamos que, si queremos intentar estabilizar este modelo de Estado
descentralizado, ha llegado el momento de decidir algunos avances hacia un
compromiso de fiscalidad más razonable.
Ya queda muy obsoleto esto de
que el Estado recaude y los Gobierno Autónomos gasten. Que el Gobierno Central
cobre los impuestos y otros vayan al pueblo a inaugurar polideportivos con el
discurso de “y no os ha costado nada”.
Es necesario un esquema de corresponsabilidad recaudatoria, si la buscamos en
el compromiso del gasto. Euskadi ya lo hace así y no se rasga, por ello, nadie
las vestiduras. O casi nadie.
Un compromiso Federalista
tendría que pasar por ahí, por esa racionalización de las obligaciones
impositivas en relación directa con la necesidad de gasto de cada Autonomía. Garantizándose,
en todo caso por el Estado, el mantenimiento del equilibrio solidario
imprescindible.
Pero aquí estamos, entre el
inmovilismo patriótico y el patriotismo inmóvil, y no pretendo hacer juegos de
palabras, aunque si los responsables, de uno u otro lado, se empeñan en jugar
al “si votamos/no votáis” sin entrar
en el debate de fondo, el que tiene que ver con la mejoría de las condiciones
de vida de la gente, bien puedo yo jugar con las palabras, siempre que se
entienda bien lo que quiero decir.
A veces, el no comprender ni
a unos ni a otros, es también un necesario ejercicio democrático.
Ricardo Garanda Rojas
(@rgarciaaranda)
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