LA COLUMNA DE LOS VIERNES
Las urnas deciden.
Las urnas deciden, nos guste o no, porque a veces los
superdemócratas de toda la vida, de esos que dan lecciones, llevan mal eso de que
las urnas le quiten la razón.
Los trabajadores y las trabajadoras de las antiguas Cajas de
Ahorro han vivido un momento malo en estos últimos años, y los siguen viviendo.
Y sus representantes, no todos, pero sí los serios, los que han perdido muchas
horas de sueño, los que han mostrado impotencia en algunos momentos, los que
han tirado para adelante llenos de justa rabia, dignidad y ansia por estar
dónde hace falta en los momentos complicados. Esos lo han estado pasando muy
mal, mucho, y van a seguir pasándolo. Nunca fue fácil hacer sindicalismo, pero
hay momentos….
En el Sector de las antiguas cajas se ha vivido un
desmembramiento empresarial impresionante. Salir sin mácula de ahí era
imposible. Lo fácil hubiese sido echarse la manta a la cabeza y que pasara lo
que tuviera que pasar, eso sí, dejando claro la capacidad de algunos para
protestar, luchar abiertamente en los patios
de las oficinas principales. Sin más, cualquier negociación era una traición.
Miren ustedes, no hay, no puede haber, unanimidad en el
pensamiento. Si me apuran, ni siquiera hay mayoría cuantificable y medible en
el pensamiento, en las ideas. Lo que sí hay, y para eso nos organizamos, es
mayorías, y a veces unanimidad, en las decisiones. Ahí es
donde los sindicalistas tienen que jugársela: tomando decisiones que consideran
correctas para los trabajadores, al margen de lo que su cuerpo y sus ideas le
piden.
Cualquiera puede defender lo que piensa en un sindicato, en
otro o en ninguno. Incluso tiene todo el derecho del mundo a disentir dentro de
su propia organización. Esto ha sido siempre así, nada nuevo bajo el sol. No
solo es un derecho disentir, es hasta una obligación con tu gente expresar tus
desacuerdos si de verdad te guía un entusiasmo por conseguir avanzar en el
trabajo sindical colectivo. Esto aquí y en cualquier faceta de la vida.
También es humanamente lícito temblar más de la cuenta
cuándo vienen mal dadas. Menos lícito parece buscar culpables con la facilidad
que algunos y algunas lo hacen, sin asumir nada, como quien se quita el polvo
del hombro. Ser dirigente en estos tiempos obliga a demostrar más fortaleza de
ánimo, más carácter, más confianza en lo que defiendes y en quienes te
acompañan en la defensa.
Se ha votado en las empresas del antiguo sector de ahorro.
Ha ganado CC.OO. con cierta holgura, a pesar de todo.
Las trabajadoras y los trabajadores de este sector han
mostrado su opinión. Esto cuenta, ¿o no?
Desde la también antigua federación de COMFIA, ahora Servicios, y desde las distintas
secciones sindicales afectadas, han ido tomando decisiones y han bajado al
ruedo a explicarlas, a matizarlas, a defenderlas. No todas habrán sido
perfectas al cien por cien. Seguro que no. Pero las trabajadoras y los
trabajadores han votado, han dado su opinión. ¿Quién se atreve a no valorar que
esto, si bien no es fácil considerarlo como un apoyo mayoritario a un
pensamiento, no hay ninguna duda de que lo es a un conjunto de decisiones?
Sin duda alguna se puede y se debe seguir disintiendo, y
también es humano que se siga temblando en momentos complicados, pero las
trabajadoras y los trabajadores han votado y CC.OO. ha ganado con un importante
margen.
Joder si no hubiera sido así….
Ricardo Garanda Rojas
(@rgarciaaranda)
Pdt.- En la noche de las elecciones
yo no estaba con mis amigos, pero me hubiera gustado abrazar a todos los que
estaban celebrando el resultado: a Chema, a Benito, a Carlos, a Iñigo, y
más….Pero, en especial, al que menos relación personal me une, a Gabi. Les
abrazo desde aquí.
El cuadro que ilustra esta entrada es una obra de Jesús Millán y lleva por título "La Familia"
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