Los
actuales dirigentes del PSOE, estos que de forma provisional pretenden dirigir
este partido después de una vulgar y bastante barriobajera maniobra de golpe
interno, consideran que ahora sólo quedan dos opciones: darse un mayor batacazo
en unas terceras elecciones o, al contradictorio grito de ¡por España!,
permitir la continuidad en el Gobierno de un partido implicado e imputado en
casos jurídicos de corrupción personal y política, convirtiéndose así en una
especie bastante evidente de encubridores con el mensaje de “no pasa nada, la
corrupción no es algo tan repudiable”.
Los
mayores errores están en el origen. Cuándo el PSOE decide no llegar a un
acuerdo de gobierno con Podemos, renuncia a una salida progresista y marca un
estrecho camino en cuyo final solo se vislumbraba ya la continuidad del
gobierno de los corruptos conservadores.
Pero
en éste error de origen no sólo los dirigentes (Ejecutiva, baronesa y barones)
fueron los responsables. Se realizó una consulta interna para aprobar el
acuerdo con Ciudadanos, estando muy claro que la confirmación de ese pacto
alejaba casi definitivamente las posibilidades de cerrar el natural
acercamiento a las izquierdas. La consulta dio como resultado un muy
mayoritario apoyo a ése acuerdo. Se cerraron las puertas.
Ni
gran parte de los dirigentes, ni gran parte de la militancia quiso asumir el
gran cambio de situación: Podemos puede haber nacido en una situación aparentemente coyuntural, pero se ha instalado con fuerza, están aquí para quedarse,
entre otras cosas porque esa situación de crisis coyuntural se está
reconvirtiendo hacia una situación negativamente estructural. Para el PSOE, la situación obliga a
considerar a Podemos como algo más que compañeros de un fin de semana, el
tiempo que tarden en comprenderlo estarán dando un regalo espectacular a las
derechas.
Aquí
estamos. Y parece que ahora sí es verdad que sólo quedan esas dos alternativas,
los furibundos anti-podemos y anti-periféricos dirigen la decisión. Pero mucha
gente seguimos pensando que no tendría por qué ser la abstención la mejor
salida.
Si
la gente que ha tomado la dirección del PSOE al asalto se guardara su orgullo y
de verdad pensara en dar algún paso atrás, si eso pudiera ser mejor para el
partido y para la solución de la crisis institucional, mantendría el No.
Porque
el miedo a unas terceras elecciones no es tanto que el PP suba y el PSOE baje,
sino que se necesitarían irremediablemente primarias para elegir candidato o
candidata, Pedro Sánchez podría presentarse y ganarlas. ¡Qué humillación!.
Coincido
con Odón Elorza en que el único que ha salido aquí reforzado es el exsecretario
general. No se ha quemado casi nada, ha salido muy reforzado entre las bases y,
si ganara esas primarias, igualmente saldría muy reforzado entre cierto espacio
del electorado.
Posiblemente
el resultado electoral no sería tan catastrófico como se pretende y de esa
forma la crisis interna la pagarían los que la han creado y, con el apoyo de la
militancia, se podría retomar todo desde dónde estaba.
Pero
esto no va a suceder. No sólo sería un tremendo golpe a su orgullo,
significaría también el fin de la carrera política de algunas y algunos.
Aun
así quedaría otra razón interna para el No. El PSOE necesita ahora una profunda
catarsis. Cada una y cada uno tendrá que explicar con detalle la base social e
ideológica de sus decisiones. Justificar la permisibilidad con un gobierno cuyo
partido y muchas de sus gentes están en los tribunales, va a ser muy duro para
quienes pretendan calificarse como socialistas o socialdemócratas.
Para
éste periodo no tiene mayor importancia que el grupo parlamentario tenga diez
diputados más o menos. El PSOE no necesita medidas para un “mantenimiento”,
después de lo que está ocurriendo necesitará dar los adecuados pasos para un
“resurgimiento”
En
1982 yo no militaba en el PSOE pero salí a la calle a celebrar su gran
victoria, se abrían las puertas de muchos sueños. Algunos se cumplieron y otros
no. En 2016 los militantes, en sus casas o en sus sedes, solo expresan cabreo y duelo.
Los
culpables tienen que irse, o al menos, dar un paso atrás..
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