Ricardo GAranda (Casabas, 150320)
Nunca dejamos de
examinarnos, pensamos, actuamos, expresamos nuestras ideas y siempre, toda la
vida, nos estamos examinando. Nos juzgan, como nosotros juzgamos. En momentos
de fiesta, de alegría, solemos ser poco exigentes con nuestro prójimos, nos
relajamos en nuestros análisis críticos. Pero aún en esas circunstancias
emitimos nuestro juicio, valoramos, por ejemplo, quien creemos que ha estado
más divertido y señalamos a quien, nos parece, se ha pasado. Es inevitable,
somos así, y yo creo que está bien que así seamos. Me parece que debemos
aceptar el juicio de los demás sobre cada uno de nosotros cuando nuestro
comportamiento pudiera tener consecuencias en nuestro entorno. Lógicamente
dentro de una razonable distancia que no trate de imponer nuestra opinión por
si estuviéramos equivocados.
En momentos de crisis
no hemos de callarnos, sería irresponsable nuestro silencio ante la actitud de
gente que pueda estar perjudicando gravemente a los demás. Con la pandemia del
Covid-19 hay mucha ciudadanía que o no ha entendido nada o directamente su
estupidez es solo comparable con su ignorancia.
Y pienso que la
estupidez podría considerarse una cuestión esencialmente personal y, como tal,
reprochable al individuo que demuestra su incapacidad para entender la
importancia de la disciplina solidaria en estas circunstancias. Pero no se
trata solo de estupidez, sino de ignorancia y de los resultados tan
decepcionantes que resultan de la combinación de ambas.
Y ahí llegamos a otro
problema mucho más profundo: ¿Solo el individuo como tal es responsable de sus
enormes niveles de ignorancia?
Había que cambiar la
sociedad para que mejorásemos. Había que avanzar en una sociedad más solidaria,
más comprensiva con las necesidades de los demás. Pero esto, en gran medida y,
hasta ahora, está fracasando. Mucha gente se contagia y contagia a los demás el virus, en
concentraciones en los supermercados acumulando productos de forma
absolutamente innecesaria, en tiendas pequeñas, en estancos, en hospitales
privados para que les realicen un test antes incluso de tener ningún síntoma.
No demuestran así solo su insolidaridad, sino la ignorancia como base de todos
sus comportamientos.
Había que cambiar esa
sociedad de mentalidad forjada en tiempos de dictadura, pero los cambios han
sido demasiado leves, a veces ni se visualizan. El alto nivel de vulgaridad en
ciertas cadenas de televisión, el desprecio por el respeto al ser humano y la verdad, demostrado por un número cada vez más grande de tertulianos y periodistas, el
mantenimiento a ultranza de viejas tradiciones y espectáculos contrarios a
cualquier sentido de cultura actualizada, impiden claramente el desarrollo del espíritu
crítico y analítico de los ciudadanos y las ciudadanas que componen esta
sociedad.
Los gobiernos habidos
desde la transición democrática, tanto los gobiernos centrales como
autonómicos, tendrían que asumir una parte importante de esa responsabilidad.
Muchos políticos, yo diría que la mayoría, cuestionan el esfuerzo público por
trasformar la sociedad si ello pudiera ir acompañado con el riesgo de pérdida
de votantes. Esta es la vulgar trampa de políticos que no acaban de comprender
que una de sus prioritarias funciones es trabajar para que las sociedades
mejoren, y no solo económicamente. Y si lo comprenden es mucho peor, porque
entonces tendríamos que concluir que gestionan desde una posición clara de
fraude social.
En esta crisis
epidémica hay mucha gente que está demostrando haber comprendido la gravedad y
ser consecuente con ello. Pero hay demasiada que tiene un comportamiento
directamente criminal, porque no poner los medios para no ser contagiado y, consecuentemente, para evitar ser agente de contagio, le puede estar costando la vida a muchos
conciudadanos.
Hay aún demasiadas
personas a las que el test de comportamiento ante el Coronavirus les da positivo.
Positivo de culpable.
Completamente de acuerdo. La caspa es reacia a desaparecer.
ResponderEliminarY muchos políticos de distintos equipos valorando que ya les va bien la ignorancia. En Castilla la Mancha Pan y Circo. Pero me temo que no es el único caso. Es decepcionante.
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