Tras los años de nihilista oposición, el Partido Popular ha conseguido la mayor simplicidad para sus tres campañas electorales: municipales, autonómicas y generales. Tal vez no se podía esperar otra cosa de ellos, durante estos años sus propuestas desde la oposición, prácticamente, se han resumido en una breve palabra: NO.
No a todo, beneficie a
quien beneficie, eso siempre les dio igual, cada vez que, desde el gobierno, se
ha propuesto algo en el Parlamento, ellos y ellas ni siquiera han necesitado
estudiarlo, ¿para qué? Total, si la respuesta negativa ya estaba por delante.
La simplicidad más absoluta.
Ahora, en la campaña
electoral centralizada, se han complicado un poco más, en lugar de quedarse con
una palabra de dos letras, han elegido una de tres, además de sus respectivos
puntos: E.T.A.
Ese es su programa para
gobernar en Ayuntamientos y Comunidades Autónomas después del 28M y,
previsiblemente, seguirá siéndolo hasta las generales dentro de unos meses:
E.T.A.
Es una estrategia cargada
de vulgaridad, sin ética de ninguna clase. Carente de moral. Hasta las víctimas
de los etarras se lo están reprochando, de forma mayoritaria. Pero es que,
además, es una estrategia que no demuestra ningún nivel de capacidad para
hacerse acreedores de lo que solicitan a los electores, la capacidad de
gestionar lo público. ¿Cómo quieren hacerlo? No lo dicen.
Bildu no es E.T.A. y el
Partido Popular lo sabe perfectamente, pero, como dicen los malos periodistas,
“que la verdad no me estropee un buen titular”. Y es que no puede serlo, por
dos razones aplastantes:
1.- E.T.A despareció hace
más de diez años, por muchas fantasías que Miguel Ángel Rodríguez susurre en el
oído de la señora Ayuso para promover sus inventos.
2.- Bildu surge como
consecuencia de una coalición de partidos, entre los que se encontraron Eusko
Alkartasuna, Alternatiba, Herritarron Garaia y Araba Bai. Todos ellos con dos
características comunes: la reivindicación del Independentismo en Euskadi y la confrontación
contra la violencia de E.T.A. Siempre, desde sus orígenes como coalición
electoral, asumieron el compromiso de avanzar en la línea
independentista por la vía de la paz, de la democracia parlamentaria, de la
antiviolencia.
Y, enlazando con ello, también
tendría que preocuparnos la evolución del nivel de comportamiento democrático
de la derecha española, cada vez más bajo. Si en el Parlamento se debate una
ley sobre la reforma laboral, la oposición tendría que debatir sobre la materia
que se propone, exactamente igual que si se debate sobre pensiones, o sobre la
vivienda. Pero no, en la mayoría de las ocasiones, lo importante no es el
contenido de las leyes, el problema está en quienes las votan a favor. Para
esta derecha la calidad de las leyes aprobadas en el parlamento no depende de
su contenido ni de los beneficios o perjuicios que pueda producir. No, para
ellos y ellas, la calidad de esas normas depende de quienes las voten. Y esto
es terriblemente antidemocrático, porque suponen que no todos los parlamentarios
elegidos por el pueblo tienen la misma consideración para ostentar su
representación. El respeto al sistema brilla por su ausencia.
En cuanto a la
confrontación que, también sobre esta cuestión de Bildu y E.T.A., se vislumbra
entre el presidente del PP, Sr. Feijoo y la presidenta de su partido en Madrid,
Sra, Ayuso, ya va siendo un clásico. Parece que ella aspira a lo mismo que
él, poder ostentar algún día la responsabilidad de la presidencia del
Gobierno. La pregunta que está en el aire es si ella y su equipo serán capaces
de esperar un mínimo de cinco años. Mucho parece, viendo el estrés emocional.
Buen relato!
ResponderEliminarGrtacias
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