Una y otra vez el opresor necesita oprimir y el oprimido ha de luchar, también una y otra vez,
para expresar su queja, para exigir
al opresor que valore y justifique su gobierno.
No hay opciones, quien desde el
poder quita necesita imponer normas y uniformes rellenos de disciplina para no
tener que devolver lo quitado, para ni siquiera declarar las siempre
discutibles razones de su latrocinio.
La “Ley
Mordaza” obliga silencio. Da igual lo que pensemos: Silencio por respeto a las
infalibles decisiones del poder. Solo hay un camino y ellos lo conocen, no
podemos estar siempre creándoles problemas.
La “Ley
Mordaza” obliga a la ceguera. Da igual lo que veamos, la represión es
fundamental para mantener la fe en las decisiones de un gobierno que nos
representa.
Esto ya
ocurrió antes, hace tiempo, pero no tanto si algunos podemos recordarlo. El
Régimen hacía su política beneficiando a la élite gobernante, a sus amigos y a
quienes de verdad dirigían los hilos que movían sus meninges. Igual que ahora.
Y también ya ocurrió entonces que al que protestaba la policía le administraban “jarabe de palo”, y que no podía haber testigos con pruebas. Todo era debidamente sancionable. Como ahora.
La gran
diferencia está en que aquel régimen se agotó, decidimos la democracia y con
ellas la posibilidad de exigir cuentas a nuestros gobernantes, la libertad de
expresar pacíficamente nuestras quejas y la posibilidad de demostrar e impedir
los abusos derivados del intento de evitar esa libertad.
La “Ley Mordaza”
es el sueño de tozudos franquistas cuyos mediocres bocazas distraedores se
dejan ver y escuchar continuamente en los mediocres programas de las mediocres
televisiones. Estos intentos de represión en España tienen tintes propios
porque la derecha gobernante es especial, tanto que, con frecuencia, resulta
difícil de aceptar por su homónima derecha europea.
La Derecha
española del Partido Popular es ideológicamente franquista, unida a los
sentimientos católicos invariables del propio régimen, bien parapetada tras sus
decisiones dictatoriales de debates inaceptables, y respaldada todavía por un
elevado porcentaje de población, ahora votante, que asume como muy razonable
que quien llega al poder debe beneficiarse personalmente de ello.
El
Gobierno y el grupo parlamentario que ha parido la “Ley Mordaza” en contra de
todo y de todos, es el mismo que quiso dar marcha atrás a la ley del aborto (y
no pudo por no tener una ley adecuada para reprimir las protestas), el mismo
que ha sacado una ley de educación contra todo y contra todos cambiando, no ya
la asignatura, sino el propio concepto social de Educación para la Ciudadanía,
por el, para ellos inexcusable, estudio de la religión católica.
Además,
éste Gobierno, sin perder sus esencias ideológicas, tiene que cumplir la misión
que mandan los nuevos amos: la privatización, la concreción de riquezas en
pocas manos. Y de ahí ese desastre en la Sanidad, en el propio sistema
Educativo, en la falta de ayudas públicas a la dependencia, en poner en manos
privadas los servicios imprescindibles de la gestión pública.
Así las
cosas, con la ola de protestas creciendo y obteniendo resultado en las urnas,
hay que prepararse para momentos peores, como la aceptación del TTIP, la madre
de todas las batallas del sistema capitalista occidental. Hay que estar
preparados para que la confrontación popular que se produzca en ése momento no
llegue a desestabilizar el propio Parlamento y su consecuente Gobierno.
Este
Gobierno, democrático en su elección pero dictatorial en sus maneras de
funcionar, que sigue abusando de una mayoría parlamentaria que, en la
actualidad, socialmente no se corresponde, necesita protegerse de presente y de
futuro contra quienes piensan que las cosas se tendrían que hacer de otra
manera.
Y de ahí
la “Ley Mordaza”. Y la nostalgia de éstos próceres tiene su fundamento, al fin
y al cabo en aquellas fechas no tenían la necesidad de tener que volver a ser
elegidos a los cuatro años.
Pero a la
calle hay que seguir saliendo, ésta Mordaza se merece un escrache.
Ricardo Garanda
Rojas
(@rgarciaaranda)
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