Fotografía de José María Corriá |
Ricardo GAranda
040420 (Vigésimo séptimo día de la época del Virus)
Ya sabes, tú lo sabes,
tengo que escribirte esta carta porque de no hacerlo mi impotencia sería
totalmente insoportable.
Y es que no has podido,
amigo, no has podido y la cerveza comprometida tendrá que servir a otros dos
amigos que tengan algo que celebrar.
Tenían que aliarse dos
enemigos para vencerte, te pilló el Coronavirus a traición. Cansado, agotado en
tu lucha contra el cáncer, ¡qué mala suerte!
Entre ambos enemigos se
han llevado por delante a un luchador que desde la sensibilidad del músico
emprendía diariamente la defensa del trabajador. Tú también atacabas a la vida
desde dos frentes, pero para hacerla mejor, para que los demás estuviéramos mejor.
¿Cómo le cuento yo
quien y como era Miguel a quienes no te conocieron? No sé hacerlo. Hace un rato
lo intenté y me parecí ridículo.
Cuando te conocí, allí
en Legazpi, te lo dije: te necesitamos ¿Hasta dónde estás dispuesto? Me lo
dejaste claro ¿dónde hago falta? En realidad eso es una traducción para quienes
no te conocen, pero ambos nos planteamos
el asunto en otros términos. Y ya éramos amigos, no necesitamos nada más.
Esto no tendría que
haber pasado, tú ahora tendrías que estar jodido por no poder ensayar con tu
coro, cabreado porque una mierda de virus está matando a gente, tendrías que
estar haciendo tu trabajo de sindicalista para que las consecuencias laborales
de la pandemia sean lo más leves posibles, tendrías que estar aprovechando este
aislamiento forzado para escuchar tu música, leer tus libros, estar con tus
personas más queridas y guasear con tus amigos sobre cuestiones de mínima
importancia. Tenías que estar haciendo esas cosas, y no estas…
Tú y yo, y la mayoría
de nuestras amigas y nuestros amigos, sabemos que no hay nada más, que has
llegado. Pero también sabemos todos que acabas de entrar en el Paraíso de
nuestras memorias. Y ahí hay mucha gente muy buena. Ahí está nuestro César y
nuestro Copito. Y el otro Miguel y Enrique. En el mío en particular hay
bastantes más: Tanis, Tomás, Justiniano, Chema, Paco, Rafa… Y Felisita. Os voy a
tener a todos y a ella ahí hasta que yo también me vaya a la memoria de otras,
de otros.
Entre mis poemas,
recuerdo este del paraíso de la memoria, también estoy recordando el de la
muerte sin nombre, pero quiero recordar ahora esos versos que, más o menos
dicen que “no importa, si hiciste algo...”.
Y tú lo hiciste, ¿verdad? ¿Verdad chicas?
¿Verdad chicos que lo hizo?
Pues en eso no te puede
derrotar ningún asqueroso virus por mucho que se alíe con un prepotente cáncer,
y somos testigos. Daremos fe de que en tu vida hiciste mucho y también por eso
te vamos a seguir queriendo.
Adiós Miguel, amigo,
que los sueños no cumplidos puedan ser realidad para otros, estoy seguro de que
lo querrías así.
Adiós Peri, amigo.
Decididamente no volveremos a una vida normal....por el camino han ido quedando retazos de nuestros recuerdos ...compañeros del alma que un día fueron, acordes que ya nunca serán escritos...pero si volveremos más fuertes, más sabios, más solidarios. Decididos a recordar, amar, abrazar. Va por ti mi sindicalista que decidiste cambiar la música por mil batallas en juzgados, mesas de negociación aún a sabiendas de que solo unos pocos reconocerían tu esfuerzo...pero no luchabas por el reconocimiento vanal y efímero. Tu meta era mucho más grande, como tu corazón...vuela libre y vete preparando esas cervezas a la orilla de caronte y cuida ese pedacito de mi alma que se ha ido contigo.
ResponderEliminarQué pena y qué impotencia, amigo. Gracias por tus palabras. Ellos solo se han ido antes para ir organizando lo que haya allá arriba. Un abrazo.
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