Ricardo GAranda (@rgarciaaranda)
Casabas, en el cuadragésimo noveno día de la época del Virus.
No es con sueños, ni con expresiones de amor como se consigue controlar a las gentes. Tampoco con grandes reflexiones que pudieran apuntar a importantes convencimientos. Ni siquiera si esas reflexiones pueden evidenciar una verdad socialmente indiscutible.
No.
Nos gustaría que así fuera, y nuestros grandes discursos morales van por ahí,
los que escuchamos y los que hacemos, pero no. Las masivas adhesiones a lo
largo de la historia se han conseguido siempre utilizando los caminos del
miedo:
Miedo
a la invasión.
Miedo
a perder lo que tenemos.
Miedo
a una vida peor.
Miedo
a lo desconocido.
Miedo
a la condena eterna.
Miedo…
Incluso
Miedo a la verdad, por todo lo que de autocrítica y de revisión de nuestros
“inalterables” principios pueda conllevar.
De
esa manera, quien consiga controlar el miedo en un colectivo podrá manipularlo
hasta límites insospechados. Como dice Javier López en su artículo La verdad
amenazada y el Coronavirus, “…nos
condena a admitir la mentira y a alienarnos con posiciones morales que en otros
momentos serían inaceptables” . No basta con inventarse mentiras y expresarlas
para conseguir que quienes las oyen o leen desprecien al contrario y te apoyen
a ti. Hay que provocar el miedo escénico con esas mentiras.
Y
si lo consigues, nada será más importante para el individuo asustado, hasta la
vida ajena pierde el valor que le habíamos reconocido en multitud de ocasiones.
La escala de valores sufre una trasformación tal que nuestros principios
personales llegan a desaparecer ante nuestros propios ojos, y no es que no nos
demos cuenta, por el contrario, lo asumimos y justificamos con los argumentos
de nuestro manipulador.
Obviamente,
la estrategia de atraerse a las masas a base de mentiras que atemorizan sólo lo
practican mentes indeseables, egoístas, ansiosas de poder y dinero a toda
costa, caiga quien caiga. Pero están ahí, en puestos de Poder u opositando a
ello. Se necesita dinero para manipular las fuentes informativas, y una falta
absoluta de conciencia.
Es
cierto que hay una base de cultivo esencial: la ignorancia, la poca o nula
dedicación a fomentar el sentido crítico. Y esto tiene muy mal remedio porque
es más fácil decirles a la gente lo que quieren escuchar, aunque sepamos que es
mentira, que contarles una verdad molesta, incomoda, perjudicial para quien la
escucha y ganarnos así su animadversión.
El
miedo triunfa, lo ha hecho con frecuencia a lo largo de la historia: por miedo
se plegaron naciones a las dictaduras, no porque el nepotismo les convenciera.
Por miedo a la severa sanción de su dios el individuo se coartó de infringir las
normas, no porque le preocupara en serio el daño humano ocasionado. El miedo
justifica nuestro desprecio al otro porque puede quitarnos lo nuestro. El miedo
nos hace egoístas, violentos, irracionales a veces, aunque nos esforcemos en
razonar nuestras justificaciones. Por miedo se consigue que grandes masas de
votantes modifiquen su orientación en las urnas haciendo cambiar gobiernos de
manera radical..
Y
todo eso lo saben quienes trabajan para subvertir nuestra sociedad. En tiempos
de bonanza, de tranquilidad social, laboral, económica, de equilibrio en
nuestras saludables vidas es complicado creernos las milongas de las siete
plagas, pero en cuanto las cosas dejan de estar claras, cuando se sufren
desequilibrios sociales, económicos o, como ahora, en nuestras garantías de
buen nivel de salud, cualquier mentira encuentra eco en nuestro espíritu, sobre
todo si esas mentiras nos aclaran quien o quienes son los culpables de nuestros
males.
Con
el instrumento del miedo somos cruelmente manipulables. Y ellos lo saben.
EXCELENTE ARTICULO,TOTALMENTE DE ACUERDO,RIGAR
ResponderEliminarGracias Juanfran.
ResponderEliminarEfectivamente es una de las herramientas de estos indeseables.
ResponderEliminarTe mando este enlace publicado en Agosto de 2014 a ver que opinas:
https://youtu.be/8uZMQEiD1mM?t=3
Claro, todo es posible. El control es la esencia del poder. Todo es posible.
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